La UE acelera la ampliación al Este, pero a ritmo más lento del que desea Bonn

Fue el clásico "sí, pero... " tan propio de diplomáticos, antiguos jesuitas y políticos comunitarios. El Consejo de ministros de Asuntos Exteriores dio ayer el "aprobado político" a una propuesta conjunta de la Comisión y de la presidencia alemana para incorporar a los seis países de la Europa central y oriental a las reuniones ministeriales de la Unión Europea (UE), con voz y sin voto. Pero el detallado calendario propuesto por Bonn deberá ser reconsiderado. Se acelera la estrategia que debe culminar en la adhesión de estos países, pero, de momento, a ritmo más lento del que pretende Bonn.La ...

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Fue el clásico "sí, pero... " tan propio de diplomáticos, antiguos jesuitas y políticos comunitarios. El Consejo de ministros de Asuntos Exteriores dio ayer el "aprobado político" a una propuesta conjunta de la Comisión y de la presidencia alemana para incorporar a los seis países de la Europa central y oriental a las reuniones ministeriales de la Unión Europea (UE), con voz y sin voto. Pero el detallado calendario propuesto por Bonn deberá ser reconsiderado. Se acelera la estrategia que debe culminar en la adhesión de estos países, pero, de momento, a ritmo más lento del que pretende Bonn.La propuesta alemana busca preparar la integración de los seis países de la Europa central y oriental (los pecos) que ya están asociados a la UE: Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Bulgaria y Rumania. Se trata de dar a luz un estatuto intermedio entre la asociación y la integración, a saber, la "preadhesión algo así como una ante sala con más comodidades (mayores ayudas de la UE) y a cambio, más exigencias (rápida adaptación de las legislaciones de los pecos).

Matices

Para ello se han aprobado dos decisiones, aunque con matices: crear una "relación estructurada" con estos países, mediante su incorporación formal a las reuniones de alto nivel de la UE, aunque sin voto (con el matiz de que el calendario de las reuniones no ha sido aprobado); y encargar a la Comisión un Libro blanco del Este que establezca las medidas que los nuevos socios han de tomar para reformar sus leyes, y en qué períodos deben hacerlo (será la cumbre de Essen, en diciembre, la que hará formalmente el encargo).

Los alemanes venían con brío. Propusieron un calendario de reuniones conjuntas UE-pecos para hacer efectivo, desde enero de 1995, el "diálogo estructurado", de carácter consultivo. Unas, anuales: de ministros de Finanzas, Economía, Agricultura, Transportes, Medio Ambiente, jefes de Estado y de Gobierno (paralelas a las cumbres semestrales de la UE). Otras, semestrales: Asuntos Exteriores, Justicia e Interior. Todas ellas se celebrarían "en paralelo" a las reuniones del Consejo.

Tan importante o más que eso, el alemán Klaus Kinkel, insistió en que estas reuniones conjuntas "se preparen cuidadosamente". Propuso, para ello, que los pecos asistan al Comité de Representantes Permanentes, donde se cocinan las decisiones del Consejo. Y ahí no fue Troya, pero casi. Bélgica, apoyada por otros países -España, entre ellos- lanzó la alarma por la posible pérdida de eficacia en los procesos de toma de decisiones, al multiplicarse las reuniones.

De forma que, al final, se dio el aprobado político global a la propuesta alemana, pendiente de enmiendas concretas al calendario. La propuesta incluye la petición de un nuevo "esfuerzo" financiero de los Doce, que no se cuantificó, para ayudar a la modernización del Este, a través del aumento de fondos del programa de asistencia técnica PHARE. Y queda pendiente también de un estudio sobre el impacto de la integración de la Europa central y oriental en la seguridad y en la política agrícola común, solicitado por Francia. La marcha hacia el Este continúa, pero al trote, no al galope tendido que pretendía Bonn.

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