INTERVENCIÓN EN EL CARIBE

EE UU lanza aparatos de radio para oír a Clinton

Al principio parecía una nube que se movía rápidamente sobre el fondo del cielo negro. Fue acercándose, cayendo a unos 100 metros de la iglesia de Saint Gerard, y entonces pudo verse que era un paracaídas. Escuchamos el ruido de un avión de transporte que volaba bajo y pensamos que la invasión había comenzado. Pero resultó que el paracaídas no transportaba más que un paquete un poco mayor que una caja de botellas de vino que contenía unas cuantas docenas de radios de AM/FM en miniatura bien embaladas.Si se pretendía que las radios permitieran a los haitianos sintonizar el discurso de Bill Clin...

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Al principio parecía una nube que se movía rápidamente sobre el fondo del cielo negro. Fue acercándose, cayendo a unos 100 metros de la iglesia de Saint Gerard, y entonces pudo verse que era un paracaídas. Escuchamos el ruido de un avión de transporte que volaba bajo y pensamos que la invasión había comenzado. Pero resultó que el paracaídas no transportaba más que un paquete un poco mayor que una caja de botellas de vino que contenía unas cuantas docenas de radios de AM/FM en miniatura bien embaladas.Si se pretendía que las radios permitieran a los haitianos sintonizar el discurso de Bill Clinton del jueves, llegaron con retraso.

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La población asiste resignada a los planes de invasión

Viene de la primera páginaAfortunadamente para Clinton no se informó de que ninguna de las cajas hubiera herido a nadie. Se avistaron varios paracaídas, que quizá transportaron en total unas 1.000 radios, aunque nadie se apresuró a recogerlas.

La policía y las tropas ha¡tianas sospechaban que podía, ser una trampa. Los ciudadanos normales temían que si se les descubría con una de las radios, tal vez se les acusara de ser espías de EE UU. Prevíamente habían circulado octavillas estadounidenses. Aparentemente, estaban destinadas a las tropas de EE UU. Contenían frases en criollo, escritas fonéticamente, cuyo significado era: "Deténgase. No se mueva. Deje caer las armas, Arriba las manos".

El ruido de los aviones de transporte, los paracaídas, los buques de guerra y los helicópteros frente a las costas de Haití y el discurso de Clinton han dejado pocas dudas entre los haitianos de que la invasión está cercana. Los haitianos ricos, y probablemente el propio general Raoul Cedras, vieron a Clinton en directo en la CNN. Las masas escucharon las noticias en Radio Diol, pero mostraron escaso interés.

Sin embargo, exceptuando la pequeña minoría de mula tos ricos que vive en villas de lujo en las afueras de Puerto Príncipe, pocos haitianos pueden tener idea alguna de ,lo que significa el "derecho a la vida, la libertad y la felicidad" al que hizo alusión Clinton. Ni tampoco se hubieran sentido conmovidos por sus vívidas referencias a "huérfanos ejecutados" y "trozos del cuerpo abandonados como advertencia." Cosas así son corrientes aquí.

Ayer no se percibía tensión en las calles de Puerto Príncipe, aunque sí expectación y curiosidad. Los residentes preguntaban a los periodistas cuándo podrían desembarcar los marines estadounidenses, pero la mayoría mostraba mayor preocupación por cómo conseguir su próxima comida. La vasta mayoría, para la que nada puede ser peor que su miedo y hambre presentes, Parecían dar la bienvenida a la invasión. Las amenazas de Cédras de que los haitianos combatirían en una "guerra civil" contra las tropas de Estados Unidos no parecían ser más que retórica.

El jueves, en nuestro viaje a través de Haití procedentes de la República Dominicana, no encontramos indicios de que los haitianos pensaran luchar. Un solo soldado que portaba un M-16 de fabricación estadounidense ocupaba una silla de oficina en el puesto de la frontera Mal Passe, situada en la ribera de un lago, y bromeó con nosotros mientras los barcos iban y venían desde la orilla dominicana descargando latas de petróleo y cajas de licor.

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