Tribuna:

Historia de una capital

"Parecería que los planificadores del Madrid de la dictadura hubieran tenido a la vista, también para pensar la ciudad interior, el plano en que Secundino Zuazo había trazado en 1929 una gruesa línea divisoria que discurría desde la entrada de Madrid por la carretera de Extremadura hasta la salida por la de Barcelona, cubriendo la zona sur de esa línea con una trama indicativa de viviendas colectivas de la clase trabajadora y la norte con la destinada, en sus diferentes secciones, a viviendas de lujo, de clase media con garaje y de esa otra clase media -sin garaje- formada por oficinistas y em...

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"Parecería que los planificadores del Madrid de la dictadura hubieran tenido a la vista, también para pensar la ciudad interior, el plano en que Secundino Zuazo había trazado en 1929 una gruesa línea divisoria que discurría desde la entrada de Madrid por la carretera de Extremadura hasta la salida por la de Barcelona, cubriendo la zona sur de esa línea con una trama indicativa de viviendas colectivas de la clase trabajadora y la norte con la destinada, en sus diferentes secciones, a viviendas de lujo, de clase media con garaje y de esa otra clase media -sin garaje- formada por oficinistas y empleados del Estado y del Municipio".Así lo afirma el profesor Santos. Juliá en el libro de reciente apancion que él mismo ha dirigido, Madrid. Historia de una capital. La idea es interesante, al me nos para un lector no especializado en cuestiones de urbanismo. Desvanecidos, a poco de terminar la guerra civil, los sueños imperialistas del régimen, formulados en el delirante pro yecto de arrasar la Puerta del Sol para elevar allí una sinfonía heroica, de edificaciones monumentales con una vía elíptica y gran des avenidas, los arquitectos del franquismo aplican las ideas racionalistas de los planificadores del gran Madrid de la República. El Plan General de Ordenación presentado en 1941 por Pedro Bidagor, que había trabaja do en el Madrid sitiado, recoge en lo sustancial las ideas de la antenor generación de urbanistas, aunque bajo el superficial camuflaje de la exaltación retórica del momento. La historia de los planes de Madrid es la historia de una frustración planificadora. Madrid no sale nunca según los planes, y en los años de su mayor crecimiento son las grandes in mobiliarias, y no los urbanistas, quienes se encargan de su caótica planificación.

He tomado esta idea de Santos Juliá tan sólo para señalar el interés de este libro que es una completa historia de Madrid. El estudio de la ciudad en los siglos XIX y XX, escrito por el director de la obra, está precedido por dos excelentes trabajos: uno, el de Cristina Segura, que comprende desde la fundación de la ciudad por un emir cordobés hasta su elevación al rango de capital de un imperio; y otro, el de David Ringrose, dedicado a la capital imperial de los siglos XVI a XVIII. Sin que ello signifique restar el rigor que la historia exige, los tres grandes capítulos de la obra están escritos pensando en proporcionar al lector, incluso profano, un ameno viaje por la historia de Madrid.

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