Argentina decreta alerta máxima ante el temor a un nuevo atentado antijudío

El Gobierno y las fuerzas de seguridad, en alerta roja. Los hospitales y la Defensa Civil, en alerta amarilla. Los ciudadanos, en alerta blanca, pálidos por el miedo ante la amenaza de más terror. En esas se halla Argentina. El pánico empezó a crecer el viernes, cuando el embajador de Israel en Buenos Aires advirtió sobre la posibilidad de que se produjera un nuevo ataque terrorista en el Cono Sur de América.

El Gobierno argentino, que carga sobre sus espaldas el drama de dos atentados anteriores de los que nada supo antes de que destruyeran la sede de la Embajada de Israel, en marzo de...

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El Gobierno y las fuerzas de seguridad, en alerta roja. Los hospitales y la Defensa Civil, en alerta amarilla. Los ciudadanos, en alerta blanca, pálidos por el miedo ante la amenaza de más terror. En esas se halla Argentina. El pánico empezó a crecer el viernes, cuando el embajador de Israel en Buenos Aires advirtió sobre la posibilidad de que se produjera un nuevo ataque terrorista en el Cono Sur de América.

El Gobierno argentino, que carga sobre sus espaldas el drama de dos atentados anteriores de los que nada supo antes de que destruyeran la sede de la Embajada de Israel, en marzo de 1992, y el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el pasado julio, sintió el aviso como el último y reaccionó como un toro herido.El primer comunicado oficial, de los tres que se difundieron en tre la tarde y la noche del viernes, anunciaba un ataque que parecía inminente: "El Gobierno pudo establecer en forma fehaciente la posibilidad de un nuevo atenta do del terrorismo internacional en territorio argentino". Y agregaba: "Por motivos de seguridad, el Gobierno nacional ha de cidido mantener en secreto las distintas fuentes de información, pero al mismo tiempo le resulta insoslayable dar a conocer que una de ellas fue una comunica ción del Gobierno de Israel".

Alerta roja. Dos horas más tarde, todo estaba ya listo como para esperar un bombardeo. Buenos Aires era un cruce tragicómico de rumores, versiones y voces que salían de las emisoras de radio tratando de calmar a los oyentes con palabras entrecortadas por el crujir de dientes.

En la casa de Gobierno se sucedían las reuniones de dirigentes políticos, los encuentros con propietarios de medios de comunicación y las órdenes diversas. Dos helicópteros policiales sobrevolaban la ciudad a baja altura. En nuevos comunicados se disponían más y más medidas de seguridad, pero el flamante supersecretario de la Secretaría de Estado para la Seguridad y Protección de la Comunidad, el brigadier Andrés Antonietti, no podía participar de la reunión entre miembros del Gobierno y de la oposición porque estos últimos amenazaron con retirarse si se presentaba.

Por la noche, sólo faltaba que se detuviera a un iraní para completar el cuadro. Y se le detuvo. Un hombre con un pasaporte francés supuestamente falsificado intentó cruzar el Río de la Plata en barco rumbo a Uruguay. La policía, que anunció que se trataba de "un iraní", tuvo que liberarle ayer, después de interrogarle y comprobar que el documento era auténtico.

Ciudad desierta

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Pasada la noche y la madrugada sin novedad, ayer por la mañana se podía saber que el miedo sólo se había extendido alrededor de los clubes, colegios, templos y comercios de los barrios donde reside y trabaja la mayor parte de la comunidad judía.Por la tarde la ciudad ya estaba desierta. El fin de semana con puente hasta el martes, porque el lunes se recuerda la muerte del' general San Martín - el padre de la patria- alejó a los ciudadanos de la pesadilla. El presidente Carlos Menem viajó a su provincia natal para jugar al golf. En el Gobierno sólo quedaron tres altos cargos, un ministro y dos secretarios de Estado, todos en alerta roja.

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