Atasco y caos en la selva

"Es como una boda a la que asisten 1.000 personas cuando hay invitadas 500" aseguraba Elías Ayala, un delegado por el Estado de Michoacán. La llegada de los representantes de los centenares de asociaciones campesinas, indígenas, obreras y estudiantiles de todo México, además de los 600 periodistas y más de 100 observadores intelectuales, desbordó la capacidad de organización de los guerrilleros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)."Si no podemos organizar esto, cómo vamos a ponernos a la cabeza del país", se preguntaba el subcomandante Marcos. Los 150 autobuses, microbuses y to...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

"Es como una boda a la que asisten 1.000 personas cuando hay invitadas 500" aseguraba Elías Ayala, un delegado por el Estado de Michoacán. La llegada de los representantes de los centenares de asociaciones campesinas, indígenas, obreras y estudiantiles de todo México, además de los 600 periodistas y más de 100 observadores intelectuales, desbordó la capacidad de organización de los guerrilleros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)."Si no podemos organizar esto, cómo vamos a ponernos a la cabeza del país", se preguntaba el subcomandante Marcos. Los 150 autobuses, microbuses y todo tipo de vehículos que se acercaron al lugar bautizado con el nombre de Aguascalientes tardaron 26 horas en recorrer los 185 kilómetros que separan San Cristóbal de Guadalupe Tepeyac, el lugar en la selva donde se celebró la segunda parte de la convención.

Más información

El Ejército mexicano a la salida de San Cristóbal no retuvo ni un minuto, pero los registros de' los zapatistas, que a veces palpaban hasta las cabezas buscando no se sabe qué entre el pelo de los asistentes, ralentizaron la marcha de la caravana. Los pinchazos frecuentes y un autobús de delegados que registró seis heridos al terminar ruedas arriba en un terraplén al borde del camino de arena, también contribuyeron a frenar aún más la marcha.

Pero la noche del día 8 fue el caos. La enorme lona de más de 100 metros de longitud, que cubría las gradas de madera construidas sobre una colina, se vino abajo por el viento y la lluvia torrencial. Cientos de personas se vieron cubiertas por la lona y el fango. La falta de espacio cubierto para dormir sobre el suelo en atestadas cabañas de madera y latón dio lugar a que cientos de personas. pasaran la noche bajo una pertinaz lluvia. Las caras ateridas de frío y el lodo hasta las orejas eran, a la mañana siguiente, parte de un paisaje en el que sólo los miembros del EZLN se, movían con soltura. Muchos se congelaron en Aguascalientes.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En