Reportaje:

Li Peng tropieza con Tiananmen en Berlín

El primer ministro chino no visita la Puerta de Brandeburgo para eludir las protestas

El primer ministro chino, Li Peng, prefirió no ver las pancartas que le calificaban de "genocida" y "carnicero de Tiananmen" y dejó plantado ayer, en el último minuto y sin explicaciones, al alcalde de Berlín, el democristiano Eberhard Diepgen, que le esperaba para un paseo por la Puerta de Brandeburgo. Mientras Diepgen recorría perplejo los alrededores, Li Peng ya había tomado el avión para la siguiente etapa: Weimar, la ciudad donde murió el más ilustre escritor en lengua alemana, Johann Wolfgang Goethe.No contento, Li Peng repitió la espantada horas después en Weimar. Durante la visita a la...

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El primer ministro chino, Li Peng, prefirió no ver las pancartas que le calificaban de "genocida" y "carnicero de Tiananmen" y dejó plantado ayer, en el último minuto y sin explicaciones, al alcalde de Berlín, el democristiano Eberhard Diepgen, que le esperaba para un paseo por la Puerta de Brandeburgo. Mientras Diepgen recorría perplejo los alrededores, Li Peng ya había tomado el avión para la siguiente etapa: Weimar, la ciudad donde murió el más ilustre escritor en lengua alemana, Johann Wolfgang Goethe.No contento, Li Peng repitió la espantada horas después en Weimar. Durante la visita a la casa de Goethe, el presidente de la Fundación de la Weimar clásica, Bernd Kauffmann, tuvo la infeliz ocurrencia de referirse en su discurso al papel de los derechos humanos en los escritos de Goethe. Li Peng se levantó inmediatamente y exclamó: "Yo conozco las obras de Goethe. Ahora quisiera ver dónde y cómo trabajaba Goethe". Li Peng renunció a continuar la visita y siguió viaje a Múnich.

El presidente de Gobierno de Turingia, el democristiano Bernard Vogel, declaró: "Li Peng me dijo que él, como líder de 1.200 millones de personas, no puede permitir que le traten de esa manera".

Los policías habían acudido en tal abundancia a la Puerta de Brandeburgo, que se puede afirmar sin exagerar que superaban en número al de manifestantes. Los agentes sacaron a relucir todos los recursos habituales para arrebatar el mayor número posible de pancartas a los manifestantes.

Al dejar plantado al alcalde berlinés, Peng dio una pequeña satisfacción a los manifestantes, que habían declarado que su presencia era un insulto para el símbolo de la libertad que representa la Puerta de Brandeburgo, no hace tanto tiempo atravesada por el llamado muro de la vergüenza.

Alemania está dispuesta a tragarse todos los sapos necesarios en cuestión de derechos humanos con tal de hacer negocios con China. La crema de la industria alemana ha firmado suculentos contratos con China. El primer día de la visita de Li Peng a Bonn sólo la Siemens cerré un contrato de 500 millones de marcos (más de 40.000 millones de pesetas) para construir una central térmica de carbón. El segundo día se firmaron otros 20 contratos.

Alemania es el primer socio comercial de China en Europa, con un volumen de negocios de 23.400 millones de marcos (casi dos billones de pesetas). 'Entre el comercio y la moral', titulaba estos días un comentario sobre el tema el diario liberal de Múnich Süddeutsche Zeitung, para llegar a la conclusión de que "las empresas no deben echarse atrás". El canciller federal alemán, Helmut Kohl, parece haber encontrado la fórmula para legitimar los negocios con China. Se trata del eslogan "cambio por medio del comercio", y asegura que este mecanismo fue el que provocó la caída del régimen de la antigua RDA.

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