Major recupera aliento político en su país tras el veto a Dehaene en Corfú

El sol de Corfú parece haber devuelto algo de carisma a la maltrecha imagen política del primer ministro británico. Al menos, entre una parte importante de sus compañeros de partido. La idea de un Reino Unido firme y orgulloso manteniendo su veto frente a los once restantes miembros de la Unión Europea, para impedir que el belga Jean-Luc Dehaene dirija los destinos de Europa los próximos cinco años, ha llenado de satisfacción a los sectores más nacionalistas del Partido Conservador. Ayer, en la BBC, el ministro de Asuntos Exteriores, Douglas Hurd, reforzó la posición de John Major asegurando q...

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El sol de Corfú parece haber devuelto algo de carisma a la maltrecha imagen política del primer ministro británico. Al menos, entre una parte importante de sus compañeros de partido. La idea de un Reino Unido firme y orgulloso manteniendo su veto frente a los once restantes miembros de la Unión Europea, para impedir que el belga Jean-Luc Dehaene dirija los destinos de Europa los próximos cinco años, ha llenado de satisfacción a los sectores más nacionalistas del Partido Conservador. Ayer, en la BBC, el ministro de Asuntos Exteriores, Douglas Hurd, reforzó la posición de John Major asegurando que en la próxima cumbre de julio, el Reino Unido seguirá rechazando a Dehaene.Los periódicos más decididamente pro-conservadores saludaban casi como una hazaña heroica la decisión del primer ministro, que se ha quedado solo, dicen, en la defensa de los intereses del Reino Unido. Sin embargo, los partidos de oposición, laboristas y liberal demócratas, criticaron la postura de Major por considerarla exclusivamente destinada a recuperar imagen ante sus propios compañeros de partido. Para el portavoz de Exteriores laborista, Jack Cunningham, "el uso del veto demuestra tan sólo la debilidad de la postura de Major ante Europa, y el irniedo que tiene a los euroescépticos de su propio partido". En parecidos, términos se pronunció el líder liberal demócrata, Paddy Ashdown.

En realidad, la postura de Major en Corfú, no ha sorprendido en el Reino Unido. Durante las últimas semanas, diferentes parlamentarios conservadores, entre ellos el ex canciller del Exchequer, Norman Lamont, han presionado al primer ministro para que ejerciera su derecho de veto contra Dehaene. A los conservadores no les ha gustado nunca este candidato para ocupar la presidencia de la Comisión Europea. No se trata sólo de que sea belga -después de todo, un mero accidente geográfico-, sino de que Dehaene representa para los euroescépticos británicos una versión corregida y aumentada del detestado Jacques Delors.

Pero hay otra cosa que les gusta todavía menos, la forma unilateral en que franceses y alemanes tomaron la decisión de apoyar a Dehaene. Los británicos no están acostumbrados a esa clase de desprecios políticos. Por eso, y al menos por esta vez, parece que Major ha estado a la altura de los deseos del componente más racial de su partido y, quizás, de su país. Los elogios recibidos lo prueban. George Gardiner, presidente del prothatcherista Comité 92, se felicitaba ayer de que Major hubiera sido capaz de demostrar que el Reino Unido todavía significa algo en Europa.

Por supuesto, no todo son parabienes. La prensa más proeuropea, o más izquierdista, lamenta que nuevamente el Reino Unido haya dado la nota en una cumbre europea, reventando la cita de Corfú. Y no sólo eso, muchos se preguntan con cierta inquietud, ¿qué va a pasar ahora?. La resistencia británica a un mayor grado de integración en la Unión Europea no depende de quién ocupe el sillón de Delors. De hecho, su candidato para el cargo, Leon Brittan, es un conocido defensor de la moneda única. Y no sólo eso, también hay quienes se preguntan si estará John Major en situación de mantener una postura tan firme en la próxima cumbre extraordinaria. Después de todo, ya lo intentó en el tema del voto cualificado y al final tuvo que dar marcha atrás.

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