"Me han dejado helado"

"Helado. Me ha dejado helado". El presidente del comité de empresa de Gillette, José Fernández Lara, de 43 años, se quedó un rato mirando la televisión en el local sindical de la factoría, en la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira, sin creer que el discurso del presidente del Gobierno en el debate de ayer hubiera terminado. Tras las primeras declaraciones del portavoz del Partido Popular, Rodrigo Rato, en los pasillos de la Cámara, Fernández Lara se volvió y realizó un gesto de incomprensión.En la fábrica de Gillette continuaba el ritmo de producción y sólo algunos trabajadores se...

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"Helado. Me ha dejado helado". El presidente del comité de empresa de Gillette, José Fernández Lara, de 43 años, se quedó un rato mirando la televisión en el local sindical de la factoría, en la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira, sin creer que el discurso del presidente del Gobierno en el debate de ayer hubiera terminado. Tras las primeras declaraciones del portavoz del Partido Popular, Rodrigo Rato, en los pasillos de la Cámara, Fernández Lara se volvió y realizó un gesto de incomprensión.En la fábrica de Gillette continuaba el ritmo de producción y sólo algunos trabajadores seguían la intervención del presidente por la radio, algo que recomendaba el representante de los trabajadores para, según dijo, "no tener que verle la cara de cínico". Su actitud fue cambiando paulatinamente al mismo tiempo que iban pasando las páginas del discurso de Felipe González sin que se produjera ninguna alusión al grave problema por que atraviesa la factoría sevillana de la multinacional. Los 242 trabajadores de la factoría están amenazados por el cierre de la misma que la multinacional considera irrevocable.

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Al comienzo de la intervención presidencial, Fernández Lara todavía se reía. Sobre todo, cuando el jefe del Ejecutivo afirmó: "Lo peor de la crisis ha pasado". Tampoco se creyó la alusión de Felipe González a la renovada confianza de los inversores en España, a pesar de la recesión económica. "Lo tiene que leer todo porque ni él mismo se cree lo que está diciendo", comentó.

Iba pasando el tiempo y Fernández Lara descartaba cualquier posibilidad de una alusión directa o indirecta a la amenaza de cierre de Gillette. "No puede hablar de nosotros", comentó, "porque se queda con el culo al aire. Está defendiendo la reforma laboral para que las fábricas no cierren y generen empleo y esta empresa es el ejemplo contrario".

Mientras apagaba la televisión, traída expresamente para seguir el debate, Fernández Lara concluía: "No ha dicho nada que nos haga concebir esperanzas ni que permita pensar que se van a acabar los conflictos".

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