¿Adónde van los cadáveres de los chinos?

¿Adónde van los cadáveres de los chinos? Desde 1988 hasta 1992 fallecieron en la capital de España sólo ocho ciudadanos chinos, pese a que el número de residentes ascendía a 3.049 personas, según datos del Ministerio del Interior. Sin embargo, la tasa de mortalidad en Madrid se sitúa en nueve muertes al año por cada 1.000 habitantes: con esta medida en la mano, deberían haber muerto en dicho lustro al menos 135 chinos. ¿Acaso la colonia china proporcionó durante cinco años a sus asociados en Madrid la inmortalidad.?

Esta pregunta desató las investigaciones de la Brigada de Docume...

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¿Adónde van los cadáveres de los chinos? Desde 1988 hasta 1992 fallecieron en la capital de España sólo ocho ciudadanos chinos, pese a que el número de residentes ascendía a 3.049 personas, según datos del Ministerio del Interior. Sin embargo, la tasa de mortalidad en Madrid se sitúa en nueve muertes al año por cada 1.000 habitantes: con esta medida en la mano, deberían haber muerto en dicho lustro al menos 135 chinos. ¿Acaso la colonia china proporcionó durante cinco años a sus asociados en Madrid la inmortalidad.?

Esta pregunta desató las investigaciones de la Brigada de Documentación de Madrid, hasta la fecha sin otro resultado que un aumento de las muertes: en 1993 fallecieron en Madrid nueve chinos, es decir, más que en los cinco años anteriores, pero menos que la media de la ciudad.

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Pese a ello, parte del enigma subsiste, ya que, según la policía, por razones aún no aclaradas los ciudadanos de Taiwán mueren más que los de la República Popular China en Madrid.

El caso, desvelado por este periódico, ha levantado incluso las cejas de los responsables de la Funeraria Municipal -empresa que controla por ley y en monopolio el traslado y enterramiento de cualquier persona en Madrid-. Para la funeraria no hay respuesta razonable, especialmente por la aparatosidad de los entierros budistas.Y la contestación tampoco surge de los documentos. La falsificación de pasaportes, de tarjetas de residencia o de trabajo, la connivencia de muchos titulares a prestarlos a quien no los tiene y los innumerables avisos de pérdidas que inundan las páginas de los periódicos son incapaces de explicar cuál es el destino de los cuerpos. La respuesta, quizá, sea otro secreto de las tríadas.

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