Tribuna:

Un plan de acción

ANTONIO LUQUE La entrada en vigor, el próximo lunes, del Tratado de Cambios Climáticos, recuerda la necesidad de reducir el consumo de combustibles fósiles. El autor subraya que existe una alternativa de energías renovables, de origen en su mayoría solar.

Está teniendo lugar esta semana una conferencia sobre energías renovables, organizada por la Fundación Cánovas del Castillo, con la colaboración de la Comisión de las Comunidades Europeas y del Ministerio de Industria, Energía y Turismo. El objetivo es presentar a las autoridades, tanto comunitarias como nacionales y regionales, unas sugerencias sobre medidas a tomar para desarrollar las energías renovables en Europa.En mi opinión, esta conferencia no puede ser más oportuna. Ha llegado el momento de tomarse en serio el desarrollo de las energías renovables. Voy a intentar justificar esta afirm...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Está teniendo lugar esta semana una conferencia sobre energías renovables, organizada por la Fundación Cánovas del Castillo, con la colaboración de la Comisión de las Comunidades Europeas y del Ministerio de Industria, Energía y Turismo. El objetivo es presentar a las autoridades, tanto comunitarias como nacionales y regionales, unas sugerencias sobre medidas a tomar para desarrollar las energías renovables en Europa.En mi opinión, esta conferencia no puede ser más oportuna. Ha llegado el momento de tomarse en serio el desarrollo de las energías renovables. Voy a intentar justificar esta afirmación.

Estamos contaminando el planeta con los desechos de estas energías, y muy particularmente la atmósfera con el anhídrido carbónico que ineluctablemente produce la combustión de los combustibles fósiles, de manera que la cantidad de este gas en ella es hoy mayor que la que ha habido en la historia geológica de la Tierra, al menos en los últimos 150 millares de años, de los que hay datos fidedignos. Y la subida ha tenido lugar, visto desde esta perspectiva geológica, en un instante. Nunca antes había crecido con tal brusquedad. Y lo que es peor, el ritmo de contaminación, causado por la actividad humana, se acelera de manera imparable.

El estudio de las consecuencias de este aumento del anhídrido carbónico en la atmósfera es muy difícil. Los modelos para simular lo que ocurrirá necesitan ordenadores de enorme potencia, y así y todo requieren simplificaciones que pueden ser engañosas. Pese a ello, nos dan algunas claves. El estudio del pasado geológico nos da otras claves pero como nunca antes había sucedido lo que ahora, también son incompletas. En consecuencia, no sabemos bien lo que va a pasar. Sin embargo, pensar que no va a pasar nada es lo más insensato. Estamos introduciendo cambios lo suficientemente grandes como para que el clima global de la Tierra se pueda alterar sustancialmente, y eso traería consecuencias quizás insoportables, y en todo caso graves.

El hecho de que sea irrebatible la afirmación de que es imposible continuar indefinidamente con el presente esquema de suministro energético no responde a las dos preguntas principales. Una es: ¿existe alguna alternativa, y en su caso, cuáles? La otra es: ¿qué urgencia tenemos en efectuar el cambio energético: es acaso ya el momento o podemos esperar unas décadas o quizás unos siglos? En cualquiera de los casos, se trataría de un instante para la historia geológica, pero serían lapsos bien diferentes tomando como medida la vida humana.

A la primera pregunta la respuesta es afirmativa. Existe una alternativa de energías renovables, de origen en su mayoría solar, tecnológicamente viable, capaz de suministrar energía en todas sus formas y con abundancia suficiente como para no tener que preocupamos nunca más por el suministro global de la energía.

Comparada con las otras fuentes potenciales muy abundantes de energía -la energía nuclear de fusión, o las formas avanzadas de fisión que propone el Nóbel Rubbia-, la solar está técnicamente disponible y no tiene los riesgos de un fracaso técnico global o de las poluciones radiactivas indeseadas que acompañan -en mayor o menor medida- a las energías nucleares no convencionales. Además, está mucho más adaptada a un uso armónico, compatible con niveles de desarrollo de diferentes países, y es menos proclive a ser monopolizada. En suma, es una energía de paz. Hoy es cara en muchos casos, pero las perspectivas de abaratamiento, si se llega a una producción en masa, son buenas en todos ellos. Y es intensiva en mano e obra, es decir, crea empleo.

A la pregunta de si es ya urgente pasar a la energía solar, la respuesta se debe abordar desde dos puntos de vista. Desde el punto de vista climático, es imposible de responder hoy con certeza. Es posible que ya sea tarde y que se hayan larvado cambios prácticamente irreversibles, pero es posible que aún tengamos algún tiempo. Es prudente pensar que estamos en una situación de urgencia.

Desde el punto de vista de la disponibilidad de combustibles, creo que estamos justo a tiempo, pero no debemos perder un instante. Probablemente nos queda petróleo barato para 50 años, gas para algo más, energía nuclear ara 40 y carbón para varios cientos de años. De minerales con contenido bajo de petróleo hay bastante. De querer seguir con combustibles fósiles, habría que aprender ya a licuar y gasificar el carbón (que es bastante abundante), lo que es posible, o a usar petróleo de minerales (pizarras bituminosas y arenas alquitranadas, ambas muy abundantes), desde luego a precios superiores a los actuales. Pero es preferible, por su mayor futuro, orientar nuestro esfuerzo de desarrollo tecnológico al de la energía solar en todas sus formas. En muchos casos las tecnologías a emplear son bastante parecidas, como por ejemplo la licuefacción y gasificación del carbón, más difícil en realidad que la licuefacción y la gasificación de la biomasa.

El parque energético se renueva, grosso modo, cada 30 años. En consecuencia, necesitamos este plazo para implementar cualquier estrategia global que adoptáramos. En promedio, 15 años serían precisos para ultimar las tecnologías necesarias, en caso de contar con un apoyo decidido (mucho mayor que el actual). Esto nos pone, cuando menos, en el 2040. En realidad, con una política muy decidida, utópica desde luego, el mundo podría ser solar en el 2040. Conseguirlo parcialmente para entonces y totalmente para el 2100 sería realista, si la sociedad lo desea.

Respecto a la fusión nuclear, e la que se dice que necesitará 50 años para ponerse a punto tecnológicamente, aun suponiendo que se cumpliera ese pronóstico, me temo que llegaría demasiado tarde. Sobre técnicas más eficaces de usar el combustible nuclear de fisión, unas son inaceptables, según parece, por el riesgo de proliferación de armamento nuclear, y otras, como las propugnadas por Rubbia, están en estado embrionario -creemos- de desarrollo técnico, de manera que también nos tememos que no lleguen a tiempo. Por eso, es ya la hora de desarrollar las fuentes renovables.

El plan de acción que se somete a la conferencia contempla conseguir de energías renovables el 15% de la energía que consuma Europa en el año 2010. Más importante que esta cifra es considerar que un plan así lograría que las energías renovables se convirtieran en tecnologías maduras, capaces de lograr una penetración mucho más importante. Hay que tener en cuenta que el potencial de utilización de energías renovables en Europa es del 56%, y ello sólo con las técnicas ya bien probadas, que se sabe que pueden tomarse baratas. El desarrollo pleno de este potencial puede crear un millón de empleos netos, que ya serían unos cuatrocientos mil con el 15% que se plantea para el 2010. Esto puede compararse, por ejemplo, con los ciento veinte mil empleos que hay hoy en todo el sector energético español.

No hay que olvidar que si la Unión Europea, con su alto nivel de vida, puede permitirse mediante el ahorro energético frenar el consumo de energía, ello no será posible para los países en desarrollo, que legítimamente tienen que aumentar su consumo energético para aumentar su bienestar. La única salida para domeñar los tremendos aumentos el deterioro ambiental que ello va a inducir es que estos países usen a fondo las energías renovables. Por ello -si no se hace por razones más altruistas- el plan de la conferencia debería asumir una parte alícuota del manifiesto Energía para el mundo, formulado por el Club de París para las Energías Renovables, que contempla la electrificación para la supervivencia de mil millones de personas en el Tercer Mundo usando energía fotovoltaica. Mi propuesta en ello es que cada ciuadano europeo pague, en promedio, la electricidad para la survivencia de un habitante del Tercer Mundo, es decir, unas 30.000 pesetas, en 15 años.

es director del Instituto de Energía Solar de la Universidad Politécnica de Madrid.

Archivado En