Reportaje:

Paseo por la ribera sur

El Manzanares discurre entre basura, escombros y restos industriales por el distrito de Villaverde

No hay patos. Pero sí escombros, basura, reses muertas, chatarra y mucho fango. El río Manzanares atraviesa el distrito de Villaverde en medio de un paisaje de abandono. La zona es desoladora, aunque hay maizales, sauces y, en su tramo f mal, ganado y nidos de cigüeñas. El recorrido entre las depuradore1s de La China y Butarque, algo más de dos kilómetros sin salir del mismo distrito, puede recomendarse como itinerario posindustrial.Un buen lugar para iniciar el camino puede ser el nudo supersur de la M-40, aunque también es interesante adelantar el trayecto unos metros, junto a la...

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No hay patos. Pero sí escombros, basura, reses muertas, chatarra y mucho fango. El río Manzanares atraviesa el distrito de Villaverde en medio de un paisaje de abandono. La zona es desoladora, aunque hay maizales, sauces y, en su tramo f mal, ganado y nidos de cigüeñas. El recorrido entre las depuradore1s de La China y Butarque, algo más de dos kilómetros sin salir del mismo distrito, puede recomendarse como itinerario posindustrial.Un buen lugar para iniciar el camino puede ser el nudo supersur de la M-40, aunque también es interesante adelantar el trayecto unos metros, junto a la barriada de San Fermín, en Usera. Allí se contempla un extraño cerro formado por escombros de lo que en su día se proyectó como un ambicioso parque acuático que nunca llegó a construirse. Los vecinos han convocado diversos actos de protesta por la presencia de esa insólita montaña.

El recorrido parte de las viviendas prefabricadas del poblado de realojamiento de Torregrosa, a orillas del río. Un asentamiento provisional de población gitana ubicado en medio de la nada: frente a la depuradora de La China, junto a la carretera de San Martín de la Vega y la M-40. El barrio es tristemente famoso por la venta de droga. A este problema se dan la mano otros: analfabetismo, paro, delincuencia y marginación.

Entorno duro

Pasando por debajo de varios puentes, en medio. del fango, el paseante se cruza con grupos de jóvenes desmadejados que acuden a los sankis para comprar su dosis de heroína. Por aquí, el cauce del río tiene un pequeño muro de contención de piedra. Alrededor hay fábricas, bloques, carreteras de circunvalación y vías de tren. Nada alivia un entorno tremendamente duro.

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Unos metros más allá, la corriente recibe un caudal de agua no tratada que procede de unas casuchas situadas en un alto. Ya en Villaverde Bajo, junto al parquecito del barrio de Los Rosales, la vega se cubre de hierba, y las ramas de los árboles, de plásticos. Pocos pasos después sobresalen del lecho del río las ruedas y la carrocería de un coche sumergido. Este vehículo fue retirado el 14 de enero, día en que la concejala de Medio Ambiente, Esperanza Aguirre, visitó la zona. Una de las riberas está cubierta de maizales. Y aparecen diseminados grupos de chabolas. Unas están habitadas. Otras sirven para almacenar aperos de labranza o trastos.

El camino avanza por una vereda. El paisaje se dulcifica. Pero por poco tiempo, hasta llegar a la triple verja de una gran estación eléctrica. Los árboles siguen mostrando extraños colgajos y hay numerosas torres de alta tensión. Al llegar a una gran tubería de conducción de agua que cruza el cauce es aconsejable cambiar de orilla. A un lado hay vegetación; al otro, un enorme vertedero junto a una especie de cementerio de vehículos y electrodomésticos.

Los restos de somieres y muebles que jalonan parte del recorrido no son nada comparados con esta escombrera. En ella se puede encontrar de casi todo: patatas germinadas, botes de pintura... Ya se comienzan a ver las instalaciones de la depuradora de Butarque, inaugurada en la ribera opuesta a la planta de tratamiento de aguas residuales abundan las vacas. Unas están vivas, pacen y mugen. Impasibles, degustan matojos en los que se acumulan pingos de todos los colores. Otras murieron y se descomponen a las orillas del río.

Al menos hay tres cadáveres de reses y alguno más de pequeños mamiferos. A lo lejos se escuchan disparos de cazadores. Las torretas del tendido eléctrico albergan muchos nidos de cigueñas. Una sobrevuela la zona. En lugar de invernar en África encara los fríos del enero mesetario. Aquí acaba el municipio de Madrid y comienza el barrio de Perales del Río, de Getafe. El recorrido finaliza y el paseante entiende por qué en este tramo del río no habitan los patos.

Diversas entidades vecinales y ecologistas han protestado por la degradación de esta ribera, que podría servir para el esparcimiento en un distrito donde no abundan los espacios verdes. Una de ellas, la Asamblea Cívica de Villaverde, ha presentado varias propuestas en los plenos de la Junta Municipal para remediar la suciedad y el hedor del río en esta ribera sureña.

La última reivindicación se la plantearon directamente a Aguirre el viernes 14, cuando la concejala y dos técnicos municipales recorrieron con ellos este tramo del río.

Reivindicaciones

Solicitan la expropiación de los terrenos necesarios para hacer realidad el proyecto del Parque Lineal del Manzanares; un estudio de los vertidos incontrolados; paralizar todas las actividades contaminantes en un área de 100 metros en ambos márgenes del cauce; la limpieza de las riberas y un control de los metales pesados en agua, cauce y riberas.

El pasado 11 de diciembre, estos mismos vecinos repartieron pinzas de la ropa para mitigar los olores que emanan de la depuradora de La China. Una se la enviaron a Aguirre. "Para que recuerde que la Ley de Bases de Régimen Local establece como competencia municipal la responsabilidad de conservar el medio ambiente en su término municipal".

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