Un nuevo programa de privatización

J. V., Hace medio año, el regreso de la derecha al Gobierno reabrió el baile. El pasado mayo, Balladur presentó su programa de privatización de 21 empresas públicas, entre ellos gigantes bancarios como la BNP y el Crédit Lyonnais, mastodontes del sector de los seguros como UAP y AGF y portaviones industriales como Elf, Pechiney, Usinor, Rhone-Poulenc, Renault, Air France y Aerospatiale. Balladur también anunció su deseo de "abrir a la competencia empresas de carácter monopolístico" como France Télécom (teléfonos), EDF (electricidad) o la SNCF (ferrocarriles). Esa recomposición en marcha es...

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J. V., Hace medio año, el regreso de la derecha al Gobierno reabrió el baile. El pasado mayo, Balladur presentó su programa de privatización de 21 empresas públicas, entre ellos gigantes bancarios como la BNP y el Crédit Lyonnais, mastodontes del sector de los seguros como UAP y AGF y portaviones industriales como Elf, Pechiney, Usinor, Rhone-Poulenc, Renault, Air France y Aerospatiale. Balladur también anunció su deseo de "abrir a la competencia empresas de carácter monopolístico" como France Télécom (teléfonos), EDF (electricidad) o la SNCF (ferrocarriles). Esa recomposición en marcha es el comienzo del fin de la tradición francesa de economía mixta.

Prueba de que las pasiones se han calmado es que la intención de Balladur de vender al sector privado las "joyas de la corona" industriales y financieras del Estado no ha provocado demasiada polémica. No ocurre lo mismo con los "monopolios" como EDF y la SNCF, que la república francesa ha construido a partir de las nociones de "servicio público" o "preservación de la independencia nacional". En realidad, el único monopolio que el Gobierno puede intentar privatizar sin demasiado escándalo es France Télécom. Balladur ya ha privatizado con éxito la BNP. El pasado jueves comenzó la operación de privatización de Rhone-Poulenc, séptimo grupo químico mundial. Seguirán en breve, la de AGF, el tercer grupo francés de seguros, y Elf, octavo grupo petrolero mundial. Parte del dinero así recolectado, asegura el primer ministro, será destinado a reducir el déficit del Estado francés. Otra se dedicará a la construcción de infraestructuras y viviendas sociales. Una tercera dotará de capital a las empresas que queden en las manos del Estado.

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Si este programa de privatizaciones no había encontrado grandes obstáculos ideológicos, el conflicto de Air France ha revelado que va a tropezar con la gran piedra del coste social.

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