Editorial:

Viaje solidario

SI ALGÚN viaje de los Reyes de España ha tenido un objetivo claro, sin necesidad de interpretaciones, éste ha sido el que don Juan Carlos y doña Sofía realizaron ayer a Euskadi. Con su visita al parque tecnológico de Zamudio, su presencia en la inauguración de la conferencia Cotec 93 en la que participan 500 industriales- y el encuentro con un grupo de 150 empresarios vascos, los Reyes han mostrado su apoyo a un estamento de la sociedad vasca especialmente acosado por ETA, así como a sus esfuerzos en pro del desarrollo económico e industrial del País Vasco.Es obvio que las visitas de los Reyes...

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SI ALGÚN viaje de los Reyes de España ha tenido un objetivo claro, sin necesidad de interpretaciones, éste ha sido el que don Juan Carlos y doña Sofía realizaron ayer a Euskadi. Con su visita al parque tecnológico de Zamudio, su presencia en la inauguración de la conferencia Cotec 93 en la que participan 500 industriales- y el encuentro con un grupo de 150 empresarios vascos, los Reyes han mostrado su apoyo a un estamento de la sociedad vasca especialmente acosado por ETA, así como a sus esfuerzos en pro del desarrollo económico e industrial del País Vasco.Es obvio que las visitas de los Reyes a Euskadi no necesitan de justificación -entran dentro de las funciones propias de la Corona, como punto de referencia de toda una serie de valores que sustentan la convivencia-, pero la de ayer ha sido, además, especialmente oportuna: ha servido para reafirmar estos valores cuando se cumplen tres meses del secuestro por ETA de Julio Iglesias Zamora y poco después, de que centenares de empresarios vascos hayan dicho basta a la extorsión a que les somete la banda terrorista. Es decir, los Reyes han contribuido también, desde la alta magistratura que ostentan, a la movilización institucional y social que la gran mayoría del pueblo vasco mantiene frente a los violentos.

Ello es una muestra, entre otras, de las circunstancias que han rodeado el viaje de ayer de los Reyes a Euskadi, muy distintas de las del que realizaron en febrero de 1981, cuando los incidentes de la Casa de Juntas de Gernika. Los 12 largos años transcurridos desde entonces han sido los de la normalización y consolidación democráticas; los de la profundización de los derechos fundamentales, incluidos los de opinión y libertad de expresión -y prueba de ello es la reciente absolución por el Tribunal Supremo de quienes en 1981 boicotearon la intervención del Rey en Gernika, pero también los del creciente rechazo social a los violentos y sus justificadores y los del afianzamiento del Estado de derecho frente a lo que esas siglas representan.

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