Un millar de alumos pasa la noche al raso para matricularse

Marta Herranz, de 24 años, llegó a las diez de la noche del domingo a la puerta de la facultad de Pedagogía de la Universidad Complutense y se quedó asombrada cuando le dieron el número de espera 450. Por lo menos respiró: si se quedaba a dormir lograría una de las 1.025 plazas que el Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) pone este año a disposición de los licenciados en letras para acceder al Curso de Orientación Universitaria (CAP). Este curso es obligatorio para hacer oposiciones a profesor de Instituto.Los estudiantes ya venían avisados de otros años: sacos de dormir, mantas térmicas...

Marta Herranz, de 24 años, llegó a las diez de la noche del domingo a la puerta de la facultad de Pedagogía de la Universidad Complutense y se quedó asombrada cuando le dieron el número de espera 450. Por lo menos respiró: si se quedaba a dormir lograría una de las 1.025 plazas que el Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) pone este año a disposición de los licenciados en letras para acceder al Curso de Orientación Universitaria (CAP). Este curso es obligatorio para hacer oposiciones a profesor de Instituto.Los estudiantes ya venían avisados de otros años: sacos de dormir, mantas térmicas, termos y jueguecitos variados. Desde hace unos cuantos cursos sucede lo mismo. Como en la universidad Autónoma este curso dura nueve meses y en la Complutense tres, los estudiantes intentan matricularse en ésta última.

Tarea esforzada. Los madrugadores que 'llegaron a las siete de la mañana del lunes, con el primer metro, se quedaron sin plaza. "La cola se organizó en grupos de 25. Cada dos horas los de cada grupo pasábamos lista", explica Marta.

A las nueve de la mañana de ayer abría la taquilla. Las 1.025 plazas estaban ya adjudicadas desde la madrugada. Los alumnos fueron pasando por grupos ordenados, recogieron el sobre y se volvieron a su casa.