La legión femenina de Clinton

El presidente de EE UU ha nombrado en seis meses a 94 mujeres para ocupar altos cargos

Un antiguo compañero de universidad de Ruth Bader Ginsburg afirmó un día en público que la futura miembro del Tribunal Supremo de Esta dos Unidos era conocida entre un grupo de amigos con el apodo de la zorra. La leyenda dice que, cuando se lo contaron, la juez murmuró: "Mejor zorra que ratón". La anécdota apareció en el último número de The New Republic como reveladora del carácter de la persona elegida por el presidente Bill Clinton para ocupar un sillón vitalicio en el sancta sanctórum del sistema político estadounidense. No parece que sea casualidad el que Clin...

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Un antiguo compañero de universidad de Ruth Bader Ginsburg afirmó un día en público que la futura miembro del Tribunal Supremo de Esta dos Unidos era conocida entre un grupo de amigos con el apodo de la zorra. La leyenda dice que, cuando se lo contaron, la juez murmuró: "Mejor zorra que ratón". La anécdota apareció en el último número de The New Republic como reveladora del carácter de la persona elegida por el presidente Bill Clinton para ocupar un sillón vitalicio en el sancta sanctórum del sistema político estadounidense. No parece que sea casualidad el que Clinton se haya fijado en esta juez. Las biografías del presidente subrayan que no sólo no ha tenido nunca inconveniente en trabajar con mujeres de esas características, sino que, siempre que ha podido, las ha nombrado para ocupar puestos relevantes. Su llegada a la Casa Blanca no ha cambiado sus costumbres: en menos de seis meses ha nombra do o propuesto para cargos importantes a 94 mujeres.

"No podemos asegurar ahora mismo que sea el presidente que más mujeres ha nominado para puestos relevantes de la Administración, pero es probable que así sea", se asegura a EL PAÍS en la oficina de personal de la Casa Blanca. El sistema norteamericano obliga a que varios centenares de cargos de la Administración o de agencias federales sean propuestos directamente por el presidente y confirmados por el Senado, una vez entrevistado el candidato (o la candidata).

Casi todos los departamentos y agencias federales han contemplado la llegada, unas veces silenciosa y otras espectacular, de mujeres elegidas por Clinton para dirigir la economía, la defensa o la política exterior norteamericana.. Silenciosa ha sido, por ejemplo, la presencia de una mujer, Sheila Wldnall, al frente de la Fuerza Aérea, el nombramiento de: Nora Slatkin como responsable de las compras para la Marina, y de Anita Jones como directora de los programas de investigación e ingeniería del Ministerio de Defensa.

Novedad absoluta

En algunos casos, la presencia de una mujer constituye es una novedad absoluta. Como Laura d'Andrea Tyson, presidente del Consejo de Asesores Económicos, que procede de la Universidad de Berkeley y es una conocida especialista en la industria. norteamericana. O el de Janet Reno, fiscal general (equivalente en Estados Unidos a ministra de Justicia), que se ha convertido en pocos meses en uno de los. políticos con mayor aceptación en el país.El nombramiento de Reno merece una mención especial. Clinton parecía absolutamente decidido a romper la tradición de una larga lista de 78 hombres elegidos sucesivarnente para el cargo de fiscal general, pero inicialmente pensó en otras dos mujeres, dos jueces. Tuvo que renunciar a las dos porque en algún momento de sus vidas no habían pagado la seguridad social de las personas que cuidaban a sus hijos. Reno llegó, pues, al cargo en tercera instancia. Era la fiscal de un condado de Florida, que incluye la capital, Miami, pero resultaba casi prácticamente desconocida en el resto del país. Clinton mantuvo una larga entrevista con ella y salió satisfecho: "Es una mujer de fuertes convicciones, que piensa, como yo, que nadie está por encima de la ley".

Reno figura hoy día en las encuestas de opinión como uno de los personajes más populares y apreciados de EE UU. Y eso, pese a que se hizo responsable de la actuación del FBI en el caso Waco. La fiscal general se declaró abiertamente "pro elección" (es decir, pro derecho al aborto), criticó a la Casa Blanca por tomar decisiones que debían haberle sido consultadas y apoyó sin titubeos a la aboga da Lani Guinier, que es tuvo a punto de ser nombrada defensora de los derechos civiles pero a la que finalmente Clinton dio la espalda por "demasiado radical".

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La última anécdota de esta hija de periodistas (su padre, un inmigrante danés, fue cronista de sucesos del Miam Herald durante 40 años, y su madre trabajó en diferentes medios de comunicación) es también reveladora de su firme carácter. Hace menos de una semana recibió en su despacho a un desafiante director del FBI, William Sessions, empeñado en no dimitir. La entrevista fue a puerta cerrada. Al salir, Sessions estaba tan furioso que se cayó por las escaleras y se rompió un codo. Seis horas después, el presidente Clinton anunciaba su cese.

Muy popular es también Donna Shalala, ministra de Salud y Servicios Sociales. Shalala es una gran especialista en temas educativos y fue considerada en su día una de las 50 mujeres más poderosas de Estados Unidos. "Me he pasado toda mi vida trabajando para que este país entienda que nuestro futuro está ligado a la sanidad, el bienestar y la educación de nuestros niños y sus familias", afirmó en su toma de posesión.

La ministra de Sanidad y Servicios Sociales se ha convertido, además, en la mano derecha de Hillary Clinton en la dificil tarea de diseñar un nuevo sistema sanitario que permita que todos los norteamericanos tengan derecho a médico y medicinas. De este programa dependerá, según muchos analistas, el éxito o fracaso de la presidencia Clinton.

Como Reno o Blade Gínsburg, Donna Shalala defiende sin tinúdez el derecho al aborto, algo que hasta hace muy poco resultaba infrecuente en un alto cargo de la Administración o de la Corte Suprema norteamericana. La naturalidad con que se comenta hoy día de fórma pública da un poco idea de los nuevos aires que ha introducido la presidencia de Clinton. Un aire más relajado y menos puritano, que representa muy bien otra mujer, la doctora negra Joycelyn Elders, que ha sido propuesta para el cargo de surgeon general (literalmente, cirujano general, pero que corresponde a un secretario de Estado encargado de la Salud).

Elders, que todavía tiene que ser ratificada por el Senado, encontrará oposición entre los senadores más conservadores, que miran con cierto horror su franca manera de referirse al aborto, la distribución de preservativos o la educación sexual de adolescentes. Una de las pocas mujeres (y la única persona de raza negra) miembro del Senado, Carol Moseley Braun, supondrá una ayuda, así como los senadores más progresistas, como Edward Kennedy, que ya han anunciado su voto favorable.

Si el nombramiento de Elders prospera, será una pica en Flandes, pero no la primera. El 25 de mayo pasado, el Senado aceptó el nombramiento de Roberta Achtenberg como subsecretaria de Vivienda, pese a que Aclitenberg es la primera persona que ocupa un cargo de esa categoría tras haberse declarado públicamente homosexual.

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