GUERRA EN LOS BALCANES

"Preferimos estar presos en un campo serbio a que nos degüellen los musulmanes"

Mientras los hombre son encarcelados por los serbios, niños y mujeres parten hacia Croacia

"Preferimos estar presos en un campo de concentración serbio a que nos degüellen los musulmanes". Jure, de 54 años, croata de Travnik, fue internado en Manjaca poco después de pronunciar estas palabras en Monte VIasic, donde confluyen quienes escapan de la limpieza étnica emprendida en Bosnia central por los musulmanes, transformados por una vez de víctimas en verdugos.Miles de croatas han huido de Travnik a la desesperada. Los hombres en edad de combatir se han convertido en moneda de canje de los serbios. Los ancianos, mujeres y niños son conducidos en camiones de la Cruz Roja a la fr...

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"Preferimos estar presos en un campo de concentración serbio a que nos degüellen los musulmanes". Jure, de 54 años, croata de Travnik, fue internado en Manjaca poco después de pronunciar estas palabras en Monte VIasic, donde confluyen quienes escapan de la limpieza étnica emprendida en Bosnia central por los musulmanes, transformados por una vez de víctimas en verdugos.Miles de croatas han huido de Travnik a la desesperada. Los hombres en edad de combatir se han convertido en moneda de canje de los serbios. Los ancianos, mujeres y niños son conducidos en camiones de la Cruz Roja a la frontera con Croacia. "Hasta el cura nos decía que era mejor que nos quedásemos, pero no nos fiamos", afirma Jure. Centenares de cadáveres testimonian en Travnik que su elección fue acertada. En Novi Travnik, un convoy de la ONU fue asaltado ayer por croatas que dispararon contra ocho conductores.

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Éxodo croata por las montañas de Travnik

"No puedo creer que soy refugiada", solloza Lucía, la esposa de jure, un miliciano croata que prefirió entregarse "a los serbios antes que luchar contra los musulmanes. El ánimo de Lucía oscila entre la rabia y la tristeza, acostumbrada como estaba a 'Ofrecer agua y comida a las columnas de refugiados musulmanes que habían ido llegando a Travnik -una de las más hermosas. ciudades de Bosnia, coronada de alminares y convertida por los otomanos en residencia del visir-, desde que los radicales serbios ocuparon a sangre y fuego el 70% de Bosnia.Atrás quedaban enclaves Icomo Banja Luka, donde los serbios han comenzado a volar mezquitas desde los cimientos, o Jajce, donde las diferencias entre croatas y musulmanes dieron la victoria a los serbios. Fueron los primeros choques entre unos y otros, ahora recrudecidos en Travnik. Los altos el fuego se firman y se violan como parte de una comedia salpicada de sangre.

Los musulmanes, desesperados, han comenzado a aplicar su propia limpieza étnica. Presionados por serbios y croatas, que se han servido de las provincias dibujadas en un mapa de paz internacional para crear áreas étnicamente puras -un delirio en Bosnia, donde la población sella ido mezclando durante siglos en un mosaico de razas y religiones-, los musulmanes han arrojado furia, odio y fuego sobre sus vecinos croatas.Con lo puesto

Lucía y su hija María, croatas de Travnik, tuvieron que abandonar la casa con lo puesto y huir hacia el territorio controlado por los serbios, enemigos acérrimos de croatas y musulmanes. El hijo de Lucía no pudo salir de Travnik: "Es soldado del HVO (Consejo de Defensa Croata, rnilicias croatas en Bosnia) y tan sólo pudimos escapar los que estábamos en las afueras de la ciudad. Fue imposible abandonar el centro, tomado por los muyahidin", explica Lucía con un hilo de voz y el rostro desencajado.

"Iremos adonde va todo el mundo", dice Zorica, una serbia que carga con su hijo de dos años en el regazo, mientras otro de seis descansa en los brazos robustos de su hermano, Zarko Trifunovic, soldado serbio. Zórica, casada con un croata de Travnik, permaneció en la ciudad con la familia, y el hermano huyó para luchar por la causa serbia.

"No nos hemos visto desde hace 14 meses", asegura Zarko, abrazando a su sobrino. Al estar casada con un croata, Zorica tiene que continuar viaje: "¡Quién sabe dónde terminaremos! Debemos esperar a que el Ejército serbio libere a mi esposo, detenido en Manjaca". Manjaca es un campo de refugiados serbio que se hizo tristemente famoso el año pasado, cuando las imágenes de unos exangües detenidos, croatas y musulmanes, que eran el vivo retrato de los judíos de los campos nazis durante la Segunda Guerra Mundial, llegaron al resto del mundo.

Disciplinadamente, los refugiados abordaron ayer los camiones dispuestos por la Cruz Roja. Algunos llevaban mantas, otros bultos o bolsas de plástico. Otros, nada. Dos noches a la intemperie de la montaña, cuyo paisaje de altísimos pinos que se mueven como mástiles contrasta con la tragedia humana y la guerra, dejaron casi exánimes a la mayoría. En la antigua Travnik los refugiados dejaron todo lo que poseían.

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