La trama de los DNI y el papel de los bancos

El caso conocido como fraude de los DNI se fraguó a través de documentos de identidad falsos que fueron utilizados para blanquear dinero negro con ingresos en bancos y la aparente complicidad de algunos empleados.La policía, Hacienda, el juez y el fiscal coinciden en que el fraude partió, en una primera fase, de la utilización de una docena de DNI falsos. También se estudiaron los datos de documentos reales expedidos a nombre de personas que existen, pero que ignoraban las millonarias inversiones hechas a su nombre pero cobradas por otros. Hacienda ha comprobado que 1.500 millones de pesetas f...

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El caso conocido como fraude de los DNI se fraguó a través de documentos de identidad falsos que fueron utilizados para blanquear dinero negro con ingresos en bancos y la aparente complicidad de algunos empleados.La policía, Hacienda, el juez y el fiscal coinciden en que el fraude partió, en una primera fase, de la utilización de una docena de DNI falsos. También se estudiaron los datos de documentos reales expedidos a nombre de personas que existen, pero que ignoraban las millonarias inversiones hechas a su nombre pero cobradas por otros. Hacienda ha comprobado que 1.500 millones de pesetas fueron invertidos fraudulentamente pero el cómputo real del fraude podría ser mucho más elevado. Fuentes conocedoras del caso sostienen que una cifra aproximada sería de 10.000 millones de pesetas en los años 1989, 1990 y 1991.

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De acuerdo con la investigación, muchas de las inversiones se realizaban por ventanilla en las oficinas bancarias de distintas entidades: La Caixa, Banc, Catalá de Crédit, Citibank y BBV. La operativa era la siguiente: se presentaban los encargados de colocar el capital con una fotocopia de un DNI en la mano y con la firma del supuesto inversor.

El empleado del banco tramitaba luego la compra de letras del Tesoro -sin más comprobaciones sobre la autenticidad de datos y firma- y la desinversión se efectuaba, muchas veces, con la entrega de varios talones por importes fraccionados. Éstos, a su vez, solían ser reinvertidos en otras operaciones, dinámica que ha dificultado bastante el seguimiento de los talones. Parte de las inversiones no se hicieron directamente en los bancos, sino a través de intermediarios.

En lo que han estado de acuerdo la docena de representantes de bancos que han pasado por el juzgado como inculpados es que esa operativa era completamente normal, salvando el hecho de que se trataba de identidades falseadas. Según ellos, esa circunstancia no la conocían.

Los bancos tampoco solían controlar la identidad de las personas que se presentaban con talones al portador por importes millonarios. Incluso en ocasiones en que los cheques estaban cruzados (que sólo pueden ingresarse en cuenta), las entidades no tuvieron reparo en pagarlos en efectivo, de acuerdo con un informe de Hacienda. El fraude fue destapado por el modesto pescador Manuel Díaz Pérez, que denunció la notificación de una inversión que nunca hizo.

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