Editorial:

Civiles en Paraguay

ES PROBABLE que, tras las elecciones presidenciales celebradas en Paraguay el pasado domingo, la ciudadanía se encoja fatalistamente de hombros y admita que se dirimía menos una cuestión de democracia que una de genitales. A ellos aludió el actual hombrefuerte del Ejército paraguayo para explicar que la decisión de las Fuerzas Armadas era "cogobernar con el glorioso e inmortal Partido Colorado per saecula saeculorum". Y, sin duda, gran parte del voto conservador ha sido consecuencia del espectro de una acción militar con la que implícitamente amenazaba el Ejército para garantizar...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

ES PROBABLE que, tras las elecciones presidenciales celebradas en Paraguay el pasado domingo, la ciudadanía se encoja fatalistamente de hombros y admita que se dirimía menos una cuestión de democracia que una de genitales. A ellos aludió el actual hombrefuerte del Ejército paraguayo para explicar que la decisión de las Fuerzas Armadas era "cogobernar con el glorioso e inmortal Partido Colorado per saecula saeculorum". Y, sin duda, gran parte del voto conservador ha sido consecuencia del espectro de una acción militar con la que implícitamente amenazaba el Ejército para garantizar la elección del candidato colorado, Juan Carlos Wasmosy. Votando colorado, a lo mejor se mantenía en los cuarteles a un Ejército confiado en que mandan los suyos.Es evidente que el derrocamiento de Stroessner en febrero de 1989 por su propio consuegro -el hasta ahora presidente, general Rodríguez- no sirvió para desmontar el sistema de control político consolidado tras 35 años de poder omnímodo: que en un país de tres millones de habitantes, más de un tercio (1.200.000, para ser exactos) pertenezca al partido dominante, y que todos los funcionarios públicos deban encuadrarse en él, es revelador de un sistema basado en la prebenda y la servidumbre. Y es así que el sistema colorado subsiste casi intocado, apoyándose en la simbiosis con un Ejército que, tras décadas de poder incontrolado, es escandalosamente corrupto. A principio de año, el presidente Rodríguez intentó lavarle la cara depurándolo con vistas a los comicios del pasado domingo. Sin embargo, aun cuando las Fuerzas Armadas puedan ser hoy algo más limpias, el sistema de tiranía instaurado por Stroessner persiste. Por ejemplo, es sabido que gran parte, probablemente más del 50%, de los paraguayos vive fuera del país y concretamente en las naciones vecinas; la pobreza y la dictadura los han empujado al exilio. Lejos de animarles al regreso para que ejercieran su derecho a votar como hubiera sido de ley democrática, el Gobierno paraguayo (un juez, aseguran), consciente de que el voto no residente es un voto anticolorado, cerró las fronteras con la peregrina excusa de que sólo podían votar los residentes.

Con todo, es probable que no se hayan producido instancias estrepitosas de fraude electoral. La masiva presencia de observadores extranjeros, encabezados por el ex presidente de EE UU Jimmy Carter, y el acuerdo firmado ayer por las principales fuerzas políticas para controlar conjuntamente las actas, tenderían a confirmar la relativa limpieza de los comicios.

El Partido Colorado ha ganado; es interesante que, para ser proclamado candidato, el hoy triunfador Wasmosy tuviera que derrotar con escandaloso fraude -esta vez sí- a su correligionario Luis María Argaña. Han perdido el Partido Liberal Radical Auténtico (los azules), de Domingo Laíno -el gran luchador anti-Stroessner de la última década-, y el movimiento independiente Encuentro Nacional. Dicho todo lo cual, Juan Carlos Wasmosy será el primer presidente civil que ha tenido Paraguay en 40 años. Por algo se empieza.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En