Chamorro, el valor más seguro de Nicaragua

Tres años de cohabitación con el sandinismo

ENVIADO ESPECIALNicaragua cumplió ayer tres años con Violeta Chamorro al frente de su Gobierno. Si su llegada al poder, tras derrotar al sandinismo ya fue entonces una sorpresa, más lo han sido estos tres años de Gobierno, porque quien no pasaba entonces de ser un ama de casa símbolo de una causa pero sin experiencia política alguna, se ha reconvertido en una reconocida estadista. Chamorro goza hoy de respeto en Nicaragua y hasta sus enemigos reconocen que su institución presidencial es lo más seguro que tiene el país.

Bajo la batuta de Chamorro, Nicaragua ha pasado de una economía cent...

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ENVIADO ESPECIALNicaragua cumplió ayer tres años con Violeta Chamorro al frente de su Gobierno. Si su llegada al poder, tras derrotar al sandinismo ya fue entonces una sorpresa, más lo han sido estos tres años de Gobierno, porque quien no pasaba entonces de ser un ama de casa símbolo de una causa pero sin experiencia política alguna, se ha reconvertido en una reconocida estadista. Chamorro goza hoy de respeto en Nicaragua y hasta sus enemigos reconocen que su institución presidencial es lo más seguro que tiene el país.

Bajo la batuta de Chamorro, Nicaragua ha pasado de una economía centralizada a un sistema de libre mercado y es ahora un país que, pese a seguir siendo el segundo más pobre de América Latina tras Haití, vive al menos en paz. Jamás en 170 años de banderías políticas en este país centroamericano, unas y otras han sobrevivido tres años seguidos sin que mediaran las armas y sin que el vencedor aplastara a su vencido.Ahora el país está en paz, pese a que sigue siendo pobre y vive en cierto modo de la caridad internacional: dos de cada tres dólares que gasta el Gobierno proceden de la ayuda exterior. Sin embargo, Nicaragua ha cambiado y presenta hoy una cara alegre, distinta a la del sufrimiento que soportó con la dictadura de Anastasio Somoza y distante de la carga ideológica que le proporcionó la revolución sandinista.

En estos tres primeros años han pasado muchas cosas. De aquella coalición opositora que le ganó las elecciones al Frente Sandinista con Violeta Chamorro a la cabeza, muy pocos quedan al lado de la presidenta. Tampoco el Frente Sandinista es el mismo ya que, además de confusión ideológica, sufre las desviaciones empresariales de muchos de sus dirigentes, hoy más entusiasmados con enriquecerse que con hacer política.

Aliados enemigos

Disconformes con el giro centrista que su yerno, el ministro de la Presidencia, Antonio Lacayo, le dio desde el principio a la política presidencial, un sector de la coalición que aupó a Chamorro al poder se levantó contra su Gobierno y pasó a convertirse en oposición, con un triunvirato de mando: el vicepresidente Virgilio Godoy, que nunca ejerció su cargo; el alcalde de Managua, Arnoldo Alemán, y el destituido presidente de la Asamblea, Alfredo César, cuñado de Lacayo y cerebro ideológico de la contra al Gobierno.De aquellos 52 diputados de la Unión Nacional Opositora (UNO), tan sólo nueve conforman en la Asamblea Nacional el pequeño grupo centrista que sostiene al Gobierno. El resto del apoyo se lo dan los sandinistas, conscientes de que, pese a que están pagando un precio muy alto que algún día tendrán que explicar a sus bases, es mejor para el país ser guiados desde el centro que desde una derecha que, poco tiempo después de ganar, enseñó sus dientes y amenazó con la venganza. Hoy el Gobierno ha podido transformar la economía del país, reduciendo al mismo tiempo la tasa de inflación del increíble 13.500% que heredó en 1990 del Gobierno sandinista al 5%, un caso sin precedentes.

Todo esto ha sido posible gracias a la armonía -cogobierno, según los detractores de Chamoro- entre el Gobierno y los sandinistas, que por otra parte han conservado su poder en el Ejército, la policía y la justicia, pese a las intenciones de la derecha de eliminarles de las instituciones. Sin embargo, el Ejército ha sido el más afectado por la reforma, pasando a ser el mayor de Centroamérica, con 87.000 hombres, al más pequeño, con 15.000 y un recorte presupuestario del 80% sobre la partida que recibía en la época sandinista.

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