Editorial:

Reformismo militar

LA REFORMA de la estructuración y despliegue territorial del Ejército de Tierra, que ayer conoció el Consejo de Ministros y que será aprobada previsiblemente antes del Fin de la presente legislatura, continúa el plan de modernización de las Fuerzas Armadas iniciado a comienzos de los ochenta. Se preveía entonces una reducción de 90.000 efectivos (de 250.000 a 160.000 en 1991), el reagrupamiento de las regiones militares en seis, la reducción del servicio militar a 112 meses y una modificación de la estructura de gasto (invirtiendo más en material y menos en personal). Una década después...

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LA REFORMA de la estructuración y despliegue territorial del Ejército de Tierra, que ayer conoció el Consejo de Ministros y que será aprobada previsiblemente antes del Fin de la presente legislatura, continúa el plan de modernización de las Fuerzas Armadas iniciado a comienzos de los ochenta. Se preveía entonces una reducción de 90.000 efectivos (de 250.000 a 160.000 en 1991), el reagrupamiento de las regiones militares en seis, la reducción del servicio militar a 112 meses y una modificación de la estructura de gasto (invirtiendo más en material y menos en personal). Una década después, la mili dura nueve meses y el Ejército de Tierra cuenta con 145.000 efectivos, de los que 24.000 son cuadros de mando, y la ley de plantillas, actualmente en trámite parlamentario, prevé una reducción a 115.000, de los que la mitad deberán ser profesionales. Factores demográficos, sociales y presupuestarios han determinado esos cambios.Pero, sobre todo, España forma parte de la Comunidad Europea, cuyas fronteras internas están a punto de desaparecer, y está integrada en la estructura defensiva continental y occidental (UEO y OTAN), cuyas expectativas, de otra parte, se han modificado radicalmente tras la desaparición de] Pacto de Varsovia y, en general, del bloque de países comunistas. El plan de reestructuración que ahora prepara el Ministerio de Defensa pretende adecuar el cada vez más reducido y crecientemente profesional izado Ejército español a esa realidad. Para ello, se suprimen algunas estructuras, como los gobiernos militares o las capitanías generales, vetustos símbolos de una época en que poder militar y político se solapaban, y se aplican nuevos criterios de despliegue basados más en criterios funcionales que territoriales.Esa transformación tiene que ver decisivamente con la superación de la concepción del Ejército como fuerza de seguridad frente al peligro interior en favor de unas Fuerzas Armadas cuya misión es la defensa frente a eventuales agresiones exteriores, así como su participación en misiones de pacificación o ayuda humanitaria. Una reforma, en suma, que -tras las destinadas a acabar con la lógica de la autonomía militar que dio fundamento doctrinal al golpismo, y la de las enseñanzas castrenses, realizadas en los años ochenta- viene a culminar el proceso de modernización del Ejército en el marco del Estado de derecho.

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