Las monjas españolas liberadas dicen que sufrieron tortura mental en su secuestro

Las dos monjas españolas que fueron liberadas el viernes en la isla filipina de Sulu después de permanecer 20 días secuestradas declararon ayer que sus captores les sometieron a tortura mental. "Se burlaban de nosotras y se reían de nuestra religión. Era imposible establecer con ellos ningún tipo de diálogo", señalaron las religiosas, que pertenecen a las Hermanas Carmelitas de la Caridad.Fátima Uribarren, de 38 años, y Julia Foraster, de 63, relataron ayer su odisea. El secuestro comenzó el pasado 17 de enero en una playa de las afueras de Jolo, la capital de Sulu, adonde solían ir a pasear....

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Las dos monjas españolas que fueron liberadas el viernes en la isla filipina de Sulu después de permanecer 20 días secuestradas declararon ayer que sus captores les sometieron a tortura mental. "Se burlaban de nosotras y se reían de nuestra religión. Era imposible establecer con ellos ningún tipo de diálogo", señalaron las religiosas, que pertenecen a las Hermanas Carmelitas de la Caridad.Fátima Uribarren, de 38 años, y Julia Foraster, de 63, relataron ayer su odisea. El secuestro comenzó el pasado 17 de enero en una playa de las afueras de Jolo, la capital de Sulu, adonde solían ir a pasear.

"Había muchos niños y adultos, y cuándo se produjo el secuestro desaparecieron todos", dijo la hermana Foraster. Durante su cautiverio vivieron atemorizadas en la jungla bajo un gran árbol y comían de forma irregular, si bien "nunca perdimos la esperanza".

"Los secuestradores [un grupo musulmán escindido del sececionista Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN)] siempre nos repetan lo mismo: que Magallanes [el descubridor de Filipinas] fue quién mató a sus antepasados y que nosotras sólo perseguíamos convertir a los musulmanes al catolicismo", explicaron las monjas.

"Ahora que todo terminó, me dan mucha pena los secuestradores, pues sólo comen arroz y pescado y sólo piensan en más fusiles y dinero", agregó la hermana Fátima.

Por su parte, el obispo de Sulu, Benjamín de Jesús, afirmó que la situación actual en esa isla del sur de Filipinas supone un gran riesgo. "Es como regresar a los comienzos de la Iglesia con el peligro que suponía profesar la fe católica", señaló.

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