Tribuna:A LA INTEMPERIE

Tampoco sabemos para que sirve el páncreas

La mayor parte de la gente a la que he preguntado no sabe para qué sirve un delegado del Gobierno, lo que no quiere decir que no sea útil, sino que su trabajo, aunque necesario, no se desarrolla, como el de un alcalde o un ministro, en la primera fila de la representación política. La mayor parte de la gente también ignora para qué sirve el páncreas, lo que no quiere decir que su existencia constituya un error. Yo me he quedado muy tranquilo al leer la entrevista que Gabriela Cañas le hizo hace unos días a Miguel Solans, nuevo delegado del Gobierno en Madrid, y ver que tampoco él sabía muy bie...

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La mayor parte de la gente a la que he preguntado no sabe para qué sirve un delegado del Gobierno, lo que no quiere decir que no sea útil, sino que su trabajo, aunque necesario, no se desarrolla, como el de un alcalde o un ministro, en la primera fila de la representación política. La mayor parte de la gente también ignora para qué sirve el páncreas, lo que no quiere decir que su existencia constituya un error. Yo me he quedado muy tranquilo al leer la entrevista que Gabriela Cañas le hizo hace unos días a Miguel Solans, nuevo delegado del Gobierno en Madrid, y ver que tampoco él sabía muy bien para qué sirve un delegado: al fin y al cabo, el páncreas no sabe nada de sí mismo. "Yo intuyo", decía, no obstante, Solans "que la función fundamental de esta delegación es intentar coordinar los esfuerzos de todos". Pues está bien, es un trabajo muy bonito que fomentará el hábito de trabajar en equipo, al que tan poco dados somos.Miguel Solans, que en relación a su nuevo trabajo sólo tiene intuiciones, está sin embargo lleno de certidumbres en lo que se refiere, por ejemplo, al asunto de la droga. Su experiencia de siete años como responsable del Plan Nacional contra la Droga, le ha confirmado que una política despenalizadora traería más problemas que ventajas. "Lo que digo", dice, "es que no soy partidario de la venta y del tráfico de drogas. Y que me parece bien que esté como está: el consumo con sanción administrativa, y la venta y el tráfico, con sanción penal". O sea, que está bien como está, aunque a algunos les parezca que está mal como está, no ya porque los drogadictos fumen o se inyecten arsénico o polvo de mármol, sino porque tal como está es evidente que a lo más que se puede aspirar es a perpetuar el problema. No vamos a discutir ahora sí la solución pasa o no pasa por la despenalización, pero lo que sí parece claro es que como está no está bien.

Miguel Solans confiesa en la misma entrevista que aún no conoce sitios como La Celsa o Las Fronteras, a pesar de los siete años al frente de la cosa. A lo mejor no tiene que alejarse tanto de su despacho, que siempre es un incordio: yo conozco barrios muy céntricos, donde van a pasar la tarde de los viernes y sábados multitud de adolescentes, en los que hay un vendedor de droga adulterada en cada esquina a precios que están al alcance de la clase media. O sea, que intuyo que esto es un desastre y me parece que hace falta mucha sumisión o mucha adicción al puesto para decir que las cosas están bien como están. Por otra parte, Miguel Solans ya ha advertido que no consentirá que el próximo viernes, día del comienzo de las vacaciones escolares, los estudiantes tomen el centro de Madrid y se produzcan los desórdenes de otros años. Para ello va a utilizar su intuición, coordinando sus esfuerzos con los de la Concejalía de Seguridad del Ayuntamiento. Está muy bien, no le vamos a criticar por eso, pero habríamos agradecido que junto a la amenaza o a la recomendación de no romper escaparates, animara a los jóvenes a tomar Madrid en el buen sentido de la palabra. Yo no sé si esto es competencia de un delegado del Gobierno, su intuición se lo dirá, pero quizá debería saber que esta ciudad es especialmente dura para los niños y para los adolescentes. Revise usted una guía de Madrid y verá que no hay muchos sitios preparados para que estos colectivos se diviertan. El problema de nuestros adolescentes es que sólo sabemos dónde están cuando ponemos a la policía detrás de ellos.

El año tiene otros viernes, muchos de ellos de dolor, en los que nuestros jóvenes desaparecen en abismos que usted, evidentemente, ignora, y que están más cerca de su despacho que La Celsa o Las Fronteras. Quizá acabe usted siendo un buen delegado del Gobierno -signifique lo que signifique eso- pero su discurso inicial resulta un poco pancreático.

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