La solidaridad sólo cuesta unos millones

El colegio Agustín de Foxá ofrece un aspecto desolador. Durante los dos años que ha permanecido cerrado, en sus aulas se han cebado el fuego, los gamberros y los amigos de lo ajeno. Una vez dentro, cuesta creer que alguna vez en el local resonasen los gritos de los escolares.Los cristales de las ventanas están rotos a pedradas. Los retretes han sido arrancados de cuajo. Los azulejos de las paredes aparecen llenos de pintadas. En algunas aulas hay restos de Fogatas y la humareda ha ennegrecido el techo y las paredes. De la instalación eléctrica sólo quedan las cubiertas de las cajas de contador...

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El colegio Agustín de Foxá ofrece un aspecto desolador. Durante los dos años que ha permanecido cerrado, en sus aulas se han cebado el fuego, los gamberros y los amigos de lo ajeno. Una vez dentro, cuesta creer que alguna vez en el local resonasen los gritos de los escolares.Los cristales de las ventanas están rotos a pedradas. Los retretes han sido arrancados de cuajo. Los azulejos de las paredes aparecen llenos de pintadas. En algunas aulas hay restos de Fogatas y la humareda ha ennegrecido el techo y las paredes. De la instalación eléctrica sólo quedan las cubiertas de las cajas de contadores y en las esquinas aparecen apilados primorosamente tubos y tubetías listos para venderse como chatarra.

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El ministerio cerró este centro hace dos años porla baja de natalidad, y lo cedió a la Junta Municipal de San Blas. Situado en el número 112 de Valdecanillas, está formado por dos pabellones de dos plantas, con 20 aulas cada uno de ellos. La Junta, que tiene previsto instalar a la Policía Municipal en este lugar, propone rehabilitar ya uno de los pabellones para alojar a unos 70 dominicanos.Pero cada administración maneja una cifra de presupuestos y ninguna se presta a poner una cantidad sobre la mesa. Cinco millones de pesetas, dice el Ayuntamiento en un alarde de optimismo. Quince, aventuran en la Delegación del Gobierno. "No es una solución a corto plazo", explican en la Comunidad. Y un somero vistazo al recinto muestra que el local no puede habilitarse con dos brochazos de pintura.

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