Cartas al director

Martillo percutor

Son las cinco de la madrugada de una noche cualquiera de verano en la capital europea de la cultura (?).No soy un noctámbulo de los que componen la nutrida fauna nocturna madrilefia. No soy un estudiante que se refugie de los tórridos días estivales aprovechando el leve frescor de la noche para empollar las que le han quedado para septiembre. Tampoco soy un insomne que aproveche las largas noches en vela para escribir cartas al director.

Soy un simple ciudadano al que alguna lumbrera del Ayuntamiento de nuestra culta villa ha decidido impedir pegar ojo durante los meses de julio y agost...

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Son las cinco de la madrugada de una noche cualquiera de verano en la capital europea de la cultura (?).No soy un noctámbulo de los que componen la nutrida fauna nocturna madrilefia. No soy un estudiante que se refugie de los tórridos días estivales aprovechando el leve frescor de la noche para empollar las que le han quedado para septiembre. Tampoco soy un insomne que aproveche las largas noches en vela para escribir cartas al director.

Soy un simple ciudadano al que alguna lumbrera del Ayuntamiento de nuestra culta villa ha decidido impedir pegar ojo durante los meses de julio y agosto mediante el contundente asfalto de nuestra urbe.

Comprendo los beneficios de la llamada, Operación Asfalto y disculpo las lógicas e inevitables molestias que una obra de tamana envergadura puede provocar, pero no entiendo por qué tengo que pasar las noches en vela al son del estruendoso martilleo que, curiosamente, cesa durante el día.

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Afortunadamente, no soy neurocirujano ni conductor de vehículos de transporte público ni controlador de vuelo, así que cuando mañana me quede dormido en mi puesto de trabajo no pondré en peligro la vida de nadie, pero a aquellos de cuyo descanso dependa la vida de algunas (o de muchas) personas les sugiero una solución: váyanse a vivir a Europa, donde, aunque también asfaltan las calles, no desprecian tan descaradamente a los ciudadanos.-

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