Lord Carrington abandona Sarajevo sin acuerdo

Lord Carrington, presidente de la Conferencia de Paz sobre Yugoslavia que auspicia la Comunidad Europea (CE), abandonó ayer Sarajevo, tras una breve visita de cinco horas, sin conseguir un acuerdo entre las partes en lucha para reanudar las negociaciones sobre el futuro de Bosnia-Herzegovina. El diplomático británico dijo, al finalizar sus contactos con los dirigentes bosnios y con el líder de las milicias serbias, que "no se ha producido ningún avance". A su llegada a Sarajevo, y mientras hacía el recorrido desde el aeropuerto al centro de la ciudad en un convoy de las fuerzas de la ONU fuert...

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Lord Carrington, presidente de la Conferencia de Paz sobre Yugoslavia que auspicia la Comunidad Europea (CE), abandonó ayer Sarajevo, tras una breve visita de cinco horas, sin conseguir un acuerdo entre las partes en lucha para reanudar las negociaciones sobre el futuro de Bosnia-Herzegovina. El diplomático británico dijo, al finalizar sus contactos con los dirigentes bosnios y con el líder de las milicias serbias, que "no se ha producido ningún avance". A su llegada a Sarajevo, y mientras hacía el recorrido desde el aeropuerto al centro de la ciudad en un convoy de las fuerzas de la ONU fuertemente custodiado, el puente aéreo con ayuda de emergencia para los 300.000 sufridos habitantes de Sarajevo funcionaba a pleno rendimiento.

Poco antes de la medianoche, la capital bosnia sufrió los más violentos ataques de los últimos días. La artilleria de las milicias serbias lanzó sus proyectiles sobre el barrio de Dobrinja. El sonido de ametralladoras, morteros y fuego antiaéreo inundó a Sarajevo esta madrugada. El fuego cayó también en el centro de la ciudad, cerca del hotel Holiday Inn, en donde se encuentran alojadas las fuerzas de la ONU.Lord Carrington, al llegar, había expresado su confianza en poder sentar nuevamente a la mesa de negociaciones a serbios, musulmanes y croatas. Sin querer responsabilizar totalmente a los serbios de la dramática situación que padece la república de Bosnia-Herzegovina, señaló: "Aunque todos son culpables de lo que sucede, los serbios son los primeros equivocados". El diplomático británico es la primera personalidad extranjera que aterriza en el aeropuerto de Sarajevo después de que lo entregaran las fuerzas serbias a las de las Naciones Unidas. Ayer fue casi un día milagroso para la hambrienta población civil de la capital bosnia. Uno tras otros fueron llegandos los aviones de diversos países cargados con toneladas de comida y medicamentos. Los tres meses de sitio parecían tocar a su fin.

"Yo ya no puedo ser mínimamente objetiva. No creo en nada, no nos creemos nada. Los serbios nunca retirarán por su propia voluntad toda la artillería que nos ha estado castigando. La calma relativa de un día sólo les va a servir para discutir qué hacer mañana ante las amenazas de una intervención extranjera", dice una empleada en la presidencia bosnia. Sin embargo, el enviado de la CE llegó a Sarajevo y los aviones con ayuda humanitaria también.

Pero las dificultades no han desaparecido: "Esta es la bienvenida que dan los serbios al ilustre visitante. Es su manera de rendirle honores", dice irónicamente un oficial de las Fuerzas de Protección de la ONU (UnprofDr), al referirse a ocho granadas de mortero caídas a menos de 2,00 metros de distancia del edificio de la presidencia y cinco minutos antes de la llegada del diplomático británico. Soldados franceses y guardias de seguridad bosnios tomaban posiciones y, apuntaban sus armas hacia la parte superior de los edificios cercanos para tratar de impedir la actuación de los francotiradores.

Un Carrington de aspecto tenso descendió de un vehículo blindado de transporte de tropas. Sólo periodistas y fuerzas de seguridad le esperaban en la calle, prácticamente desierta de viandantes. "Señor Carrington", grita uno de los escasos residentes de la ciudad que asisten a su llegada, "lea esto". Y levanta una pancarta con el siguiente texto en inglés: "Gracias lord Carrington por la cantonización. Bosnia-Herzegovina no es Bantustán y nunca lo será", en referencia al sur de África, en cuyo territorio Carrington promovió el reparto tribal durante su etapa de ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, entre 1979 y 1982. No hubo respuesta del destinatario del mensaje, que entró en la sede de la presidencia bosnia apresudaramente.

Dispuesto a combatir

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Tras su entrevista con el presidente bosnio, Alia Izetbegovic, éste último aseguró que está dispuesto a negociar o a combatir. "Aunque preferimos negociar sobre la base de estos puntos: Las fuerzas serbias deben retirar toda la artillería pesada y los carros blindados que asedian la ciudad y pasar a ser controlados por la ONU, y las fuerzas que comanda el general Ratko Mladic deben proclamar y respetar un alto el fuego por un mínimo de siete días. A partir de aquí podremos empezar a negociar", concluye Izetbegovic.

A pesar de ser un día de relativa calma, durante toda la estancia de Carrington en la capital bosnia, los disparos de armas automáticas y las explosiones de granadas no dejaron de escucharse. El diplomático se entrevistó también en Lukavica con Radovan Karadjic, líder del autoproclamado gobierno serbio de Bosnia-Herzegovina.

Despliegue

Desde primera hora de la mañana, el batallón de 800 cascos azules canadienses se ha desplegado en el aeropuerto, a lo largo de la carretera hasta Sarajevo y en diversos puntos de la ciudad. Tanques M-113 fueron estacionados en los cruces considerados más peligrosos por la cercana presencia de francotiradores. Casi nadie, a excepción de los niños que les saludan con el signo de la victoria, ha salido a la calle para recibir a los liberadores de las fuerzas de las Naciones Unidas. No lo son. Y por el momento su tarea de garantizar la seguridad de la ciudad está muy lejos de ser realidad. "Hasta aquí llega la disposición de Europa hacia nosotros. Unos cuantos soldados y unos cuantos convoyes de ayuda humanitaria. Poco les importa que luego nos matemos entre nosotros durante años", dice una joven intérprete.

Algunos creen que esto es el prólogo de una intervención militar extranjera. "Al menos, yo así lo deseo", señala la joven. El profesor de Ingeniería que quería pedir explicaciones a lord Carrington está convencido de que "habrá una intervención militar antes de finales de julio". "La visita de François Mitterrand frenó la intervención", añade.

Pero ayer se palpaba un cierto alivio entre los civiles. La gente ya no pasa todo el día en los refugios, se atreve a salir a la calle en busca de los escasos alimentos disponibles a la venta. Los puestos del mercado siguen ofreciendo un aspecto desolador. Sólo una pocas hierbas, que a primera vista parecen incomestibles, pequeñas cestas con cerezas y algunas pastillas de jabón son los productos que están a la vista.

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