El Gobierno francés logra evitar con un gran despliegue policial que los campesinos asfixien París

Millares de campesinos franceses opuestos a la reforma de la política agrícola de la Comunidad Europea (CE) consiguieron ayer provocar numerosos problemas de orden público e importantes atascos de tráfico, en una veintena de autopistas y carreteras de las cercanías de París, pero fracasaron en su objetivo de bloquear la capital. Durante horas, las fuerzas del orden, provistas, de tanquetas y vehículos con inmensas palas, libraron una batalla de blindados con medio centenar de tractores. La región urbana parisiense, próxima a los 10 millones de habitantes, no fue asfixiada.

Mediada la ma...

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Millares de campesinos franceses opuestos a la reforma de la política agrícola de la Comunidad Europea (CE) consiguieron ayer provocar numerosos problemas de orden público e importantes atascos de tráfico, en una veintena de autopistas y carreteras de las cercanías de París, pero fracasaron en su objetivo de bloquear la capital. Durante horas, las fuerzas del orden, provistas, de tanquetas y vehículos con inmensas palas, libraron una batalla de blindados con medio centenar de tractores. La región urbana parisiense, próxima a los 10 millones de habitantes, no fue asfixiada.

Mediada la mañana, las autoridades cantaban victoria, afirmando que los agricultores habían perdido su apuesta de cortar todos los accesos automovilísticos a París. Pero lo que las autoridades no decían era que la batalla había sido, y seguía siendo, durísima.Durante la madrugada y las primeras horas de la mañana, las tropas de la Coordinadora Rural habían instalado numerosas barricadas de tractores en las rutas que llevan a la capital. Si habían ido perdiendo terreno era a causa de la vigorosa acción policial.

Dirigidos como un ejército por el estado mayor de la Coordinadora Rural, instalado en un caserío próximo a Chartres, miles de campesinos en tractores se habían ido aproximando durante la noche anterior, pese a las severas advertencias de las autoridades y de las compañías de seguros, que anunciaban que no cubrirían los daños que sufrieran los vehículos agrícolas.

Los policías y gendarmes les esperaban a unos 40 kilómetros de distancia del casco urbano. Estaban provistos de tanquetas y de vehículos con palas destinados a arrojar a la cuneta los tractores campesinos. Esta guerra de blindados fue acompañada durante horas por intercambios de gases lacrimógenos, piedras y botellas. En algunos casos, grupos de camioneros tomaron partido por los campesinos de forma espontánea. En la autopista A 6, los transportistas colocaron sus camiones en el mismo lugar que los tractores que acababan de ser desalojados.

En un momento dado, la revuelta del mundo rural había conseguido cortar una quincena de carreteras nacionales y comarcales y las autopistas A 1, A 6, A 10, A 11 y A 13. El departamento de Yvelines estaba prácticamente aislado del mundo. Las barricadas estaban compuestas por una veintena de tractores cada una. Pero, salvo en contados momentos, no se produjeron los atascos de tráfico que cabía esperar, y eso porque la circulación en las rutas de entrada y salida era muy inferior a la normal. Los ciudadanos habían optado por limitar sus desplazamientos o habían tomado trenes.

A primeras horas de la tarde, las dos partes cantaban victoria. La Coordinadora Rural decía haber podido levantar más de una veintena de barricadas. Paul Quiles, ministro del Interior, afirmaba que la revuelta había sido "un fracaso en relación a sus objetivos". Los campesinos, según Quiles, sólo habían creado problemas durante cuatro horas en algunas zonas situadas a más de 40 kilómetros de la capital.

Opuestos por completo a la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) decidida por los ministros del ramo de la CE, los campesinos declaraban que su única intención era "armar el mayor follón posible". Su protesta adoptaba el aire colérico de las viejas jacqueries, el nombre de las revueltas campesinas francesas contra el poder feudal comenzadas en 1358. París no fue ayer el único escenario de la jacqueríe. Los automovilistas de Lille, Amiens, Dunkerque, Perpignan y Poitiers también se toparon con barricadas de tractores.

Repercusiones

Ni el Gobierno ni las organizaciones campesinas han evaluado todavía con exactitud las repercusiones de la nueva PAC en el mundo rural galo. La Coordinadora. Rural afirma que la rebaja de un 30% de los precios en los próximos tres años puede expulsar del campo a unos 400.000 productores, y provocar el cierre del cerca del 30% del millón de explotaciones existentes.

El Gobierno e incluso otras organizaciones agrícolas consideran que esas cifras son muy exageradas. En las últimas semanas, el primer ministro, Pierré Bérégovoy, se ha esforzado por explicar a los agricultores que la reforma de la PAC es "beneficiosa a largo plazo".

En todo caso, el abandono de la política de precios garantizados y la insistencia de la nueva PAC en los barbechos es para muchos campesinos franceses un sinónimo de "desertización" del país más "verde" de Europa. Una lluvia que cae sobre mojado, porque, pese a la protección eficaz de la agricultura francesa de la recién abandonada política comunitaria, el campo francés ha perdido, a causa de la mecanización y concentración de las explotaciones, a 5 millones de almas en las últimas cuatro décadas.

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