La Asamblea francesa inicia el debate sobré Maastricht en un ambiente de pesimismo

La Asamblea Nacional francesa comenzó ayer a discutir en sesión plenaria la reforma constitucional propuesta por el Gobierno socialista para la ratificación del Tratado de Maastricht. La mayoría, de los diputados abordó el debate con la impresión de que si Francia, uno de los motores históricos de la construcción europea, pone peros a Maastricht, las tendencias eurófobas se fortalecerán peligrosamente en Alemania, el Reino Unido y otros países comunitarios.

Todas las personalidades influyentes en la opinión francesa participan en la, polémica, de uña altura y un rigor que parecían perdi...

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La Asamblea Nacional francesa comenzó ayer a discutir en sesión plenaria la reforma constitucional propuesta por el Gobierno socialista para la ratificación del Tratado de Maastricht. La mayoría, de los diputados abordó el debate con la impresión de que si Francia, uno de los motores históricos de la construcción europea, pone peros a Maastricht, las tendencias eurófobas se fortalecerán peligrosamente en Alemania, el Reino Unido y otros países comunitarios.

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Todas las personalidades influyentes en la opinión francesa participan en la, polémica, de uña altura y un rigor que parecían perdidos en la vida política de este país. Prima la sensación de que Maastricht es un pasó irre, versible. Las posiciones se dividen entre una mayoría partidaria de continuar caminando por la senda de la Europa federal y una poderosa minoría de defensores de la Europa de las patrias. Los primeros levantan la bandera de Jean Monnet; los segundos, la de Juana de Arco. Una y otra especie pueden encontrarse tanto en la derecha como en la izquierda."Si Francia rechaza el tratado, habrá destruido su principal tarea internacional en la segunda mitad de este siglo, una tarea que los ingleses no osaron emprender y que los alemanes aceptaron para redimirse de sus pecados históricos", afirma el comentarista político Jean-Claude Casanova. "En caso de negativa francesa a Maastricht.", añade, "Alemania se convertirá sin ningún freno en la gran potencia del continente".

"Francia está obligada a dar ejemplo", predica Pierre, Bérégovoy. Para apoyar su tesis de la urgencia de la ratificación de Maastricht, el primer ministro utiliza el miedo a la guerra -"la CE es una de las raras zonas de paz en el mundo"- y la idea de que una Europa fuerte representa "la única posibilidad de hacerse escuchar por EE UU".

Puede sorprender que éstas y otras personalidades se vean obligadas a sermonear a sus compatriotas sobre las ventajas de Maastricht. Pero ello no es tan extraño si se piensa que la idea de la construcción europea no está tan de moda en Francia como en las dos décadas precedentes. Las encuestas revelan que Europa ocupa el cuarto lugar en las preocupaciones de los franceses detrás del paro, el poder de compra y la ecología.

En Francia se está constituyendo un frente eurófobo, en el que militan el comunista Georges Marcháis, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, el socialista Jean-Pierre Chevénement, y una influyente minoría neogaullista encabezada por Philippo Séguin. En el debate sobre Maastricht, Jacques Chirac, líder de la neogaullista Asamblea para la República (RPR), se juega su condición de presidenciable del centro y la derecha y tiene que hacer equilibrios entre la minoría eurófoba del RPR y sus aliados de la europeísta Unión para la Democracia Francesa (UDF).

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