Antón ... Antón Pirulero

50 juegos tradicionales de Leganés, recogidos en un libro

"Puño-puñete / ¿Qué tienes dentro? / Un sapo muerto. / ¿Con qué lo freiré? / Con aceite y vinagre. / Quien se ría / que lo pague". El puño-puñete es uno del cerca de medio centenar de juegos tradicionales recogidos en el libro A jugar en Leganés, obra de los profesores Martín Díaz y Pedro Martín Morán. El libro consta de dos partes: la recopilación de los juegos tradicionales del Leganés de hace 50 años y la experiencia recogida en cuatro años de un taller del colegio de preescolar Gloria Fuertes.

La recopilación se hizo entrevistando a diferentes personas de más de 60 años de la locali...

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"Puño-puñete / ¿Qué tienes dentro? / Un sapo muerto. / ¿Con qué lo freiré? / Con aceite y vinagre. / Quien se ría / que lo pague". El puño-puñete es uno del cerca de medio centenar de juegos tradicionales recogidos en el libro A jugar en Leganés, obra de los profesores Martín Díaz y Pedro Martín Morán. El libro consta de dos partes: la recopilación de los juegos tradicionales del Leganés de hace 50 años y la experiencia recogida en cuatro años de un taller del colegio de preescolar Gloria Fuertes.

La recopilación se hizo entrevistando a diferentes personas de más de 60 años de la localidad "Recogíamos las canciones en casete, y así las íbamos transcribiendo", concluye Pedro MartínDe esa memoria viva de Leganés fueron surgiendo juegos de manos como pipirigaña, el ya mencionado puño-puñete o pinto-pinto; de calle y patio de colegio, como Antón Pirulero y churro, media manga, mangotero, el dao o el corro, y juegos con instrumentos fáciles de encontrar como el truque, la cuerda, los bonis (alfileres con cabeza de cristal), la pitoña o los güitos.

Los güitos

Precisamente en esta última modalidad, la de los güitos, es donde se nota la adaptación local del juego y la mayor originalidad. Se trata de un juego de competición que consistía en lanzar huesos de albaricoque por las bocas de lo canalones y esperar su caída. Ganaba el que conseguía hacer aterrizar más lejos el güito.En la segunda parte del libro A jugar en Leganés se describe la experiencia del taller de juegos tradicionales, en la que los alumnos de cuatro y cinco años del Gloria Fuertes vienen aprendiendo un total de 21 juegos, desde el pasi-misí hasta la culebrilla Según Maíte Martín, las canciones con las que se acompaña cada juego sirven como ejes para que "todos puedan participar de una forma u otra".

La capacidad de estos juegos es su transmutabilidad y la posibilidad de adaptarse con matices a zonas y tiempos diferentes. La televisión, la falta de espacios en la ciudad, el cambio de estructu ra de vida y la falta de tiempo para sentarse a jugar con los chicos son algunas de las causas que citan los autores para explicar la caída en desgracia de estas actividades lúdicas "vitales para aprender".

A jugar en Leganés ha sido editado por la concejalía de educación como parte de un programa divulgativo para dar a conocer entre la comunidad docente el trabajo que se realiza en los centros, y en especial aquellas fórmulas "más en línea con la reforma educativa", según manifiesta el director del área de enseñanza, Alfonso Lechón.

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Los 2.000 ejemplares de la primera edición están ya prácticamente agotados. La demanda del libro, en especial entre las personas de más edad, ha llevado al Ayuntamiento a plantearse la posibilidad de sacar una nueva edición ampliada.

Juego y formación también se han unido en otra experiencia escolar que en forma de libro acaba de salir a la calle. La creación literaria es el contenido, y el juego, el continente de El lenguaje de los niños, de Charo Bravo Martín. En este libro también colabora el Ayuntamiento de Leganés. Si en el anterior el interés se centra en preescolar, la experiencia de esta profesora ha sido realizada con alumnos de segundo ciclo de EGB del colegio Abén Azzal.

De ella ha obtenido curiosos resultados. Poemas, cuentos, adivinanzas y greguerías. Se trata de juegos sobre conceptos del lenguaje con los que, en opinión de Charo Bravo, los niños "aprenden con facilidad, se capta mejor su atención y mejoran en sus problemas".

Fomentando su imaginación, los alumnos llegaron a aproximarse al juego del disparate. Creaciones espontáneas fueron, por ejemplo, definir al pingüino como un "niño patoso y con babero" o hacer de los indios "pinturas ambulantes".

Un ovillo de lana se convirtió en un "artilugio para que los gatos se hagan un lío", y la península Ibérica, en "dama de Europa". El libro, del que se han editado 1.000 ejemplares, está ilustrado por los dibujos con que los niños definían gráficamente sus trabajos.

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