La resignación de los paisanos de Yeltsin

La región de Sverdlovsk, en los Urales, asume pacíficamente la subida de los precios en Rusia

La liberalización de los precios, la primera píldora amarga de la reforma económica administrada por los dirigentes rusos, está siendo ingerida con desagrado, pero sin revueltas ni motines populares, por los paisanos del presidente Borís Yeltsin en la región de Sverdlovsk, en los Urales. Así opina Vitali Mashkov, un ingeniero atómico temporalmente metido en política, que es el encargado de informar al presidente de Rusia de la temperatura social en la región de Sverdlovsk, donde Yeltsin fue el máximo dirigente comunista desde 1976a 1985.

Esta zona, dedicada casi exclusivamente a la indu...

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La liberalización de los precios, la primera píldora amarga de la reforma económica administrada por los dirigentes rusos, está siendo ingerida con desagrado, pero sin revueltas ni motines populares, por los paisanos del presidente Borís Yeltsin en la región de Sverdlovsk, en los Urales. Así opina Vitali Mashkov, un ingeniero atómico temporalmente metido en política, que es el encargado de informar al presidente de Rusia de la temperatura social en la región de Sverdlovsk, donde Yeltsin fue el máximo dirigente comunista desde 1976a 1985.

Esta zona, dedicada casi exclusivamente a la industria militar, se ve amenazada ahora por la crisis y el paro que se derivan del recorte de los gastos de Defensa,Mashkov, de 48 años, es uno de los representantes del presidente ruso en provincias, un cargo creado después del abortado golpe del pasado agosto. Los representantes del presidente fueron nombrados a dedo, y no elegidos. Su función es mantener un canal independiente de información al servicio de Borís Yeltsin.

Desde su despacho, instalado en la antigua sede del partido comunista de la ciudad de Yekaterinburgo (antes SverdIovsk), Mashkov se dedica a observar la puesta en práctica a escala local de las medidas adoptadas por Moscú. No tiene poder ejecutivo, pero cuando ve algo que no le gusta o que no está de acuerdo con la línea política de la dirección rusa da el chivatazo a Moscú, lo cual le enfrenta en repetidas ocasiones con el gobernador (el jefe de la Administración local) y el sóviet (consejo) regional. Mashkov dice que a veces se siente como un "comisario" y hasta le gustaría "tener un fusil" para disparar contra los funcionarios locales, incluidos aquellos que se autodenominan demócratas.

El representante de Yeltsin tiene que ser todo ojos y todo oídos para descubrir y neutralizar posibles conflictos sociales, como la huelga de los médicos que consiguió impedir recientemente recibiendo a los dirigentes de la protesta. Debe también permanecer atento por si llegan a consolidarse los sectores que se oponen a la reforma económica, y atajar las iniciativas locales que van en contra de la política oficial. "Si se produce una revuelta, la encabezarán los militares que han llegado aquí procedentes de otras repúblicas y que no tienen alojamiento en condiciones", señala.

Médicos y maestros

Entre los descontentos de la región, además de los militares, se encuentran quienes viven de un salario fijo, como los médicos o los maestros, y los antiguos funcionarios del PCUS, aunque éstos, por lo general, se han colocado muy bien en otras organizaciones. Los sectores comunistas residuales intentan sacar partido del descontento popular, pero hasta ahora no lo han conseguido, y el malestar no ha cobrado forma organizada, opina Mashkov. A todo esto se suma la crisis del complejo militar industrial, que supone más del 80% de la industria local. El paro que amenaza a este sector no ha comenzado en serio todavía, porque las fábricas siguen pagando salarios, aunque en muchas ocasiones ya no producen nada.Los problemas con los que topa el representante de Yeltsin en SverdIovsk son los mismos en todas las zonas industriales del interior de Rusia. Los representantes del viejo sistema administrativo que antes estaban organizados en el partido comunista se han adaptado en parte al nuevo medio político y ocupan ahora cargos en la Administración local. Otros, como los directores de las grandes empresas militares, siguen presionando para obtener subvenciones de Moscú .

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Mashkov está en una encrucijada. Por una parte, cree que se debería haber apartado del poder a los funcionarios incapaces de entender el mecanismo de la economía de mercado. Por otra, piensa que deberían emprenderse iniciativas para reciclarlos en el nuevo sistema, fomentando su conversión en propietarios. Esto último no resulta fácil para quienes están acostumbrados a las subvenciones sin responsabilidades y a las compras aseguradas por parte del Estado. Tampoco lo es para los empleados del comercio, que medraban especulando con los bienes de consumo escasos. Hoy, en Yekaterinburgo, los comercios están abundantemente surtidos de productos que faltaban hasta hace poco. Pero, con sueldos medios de cerca de mil rublos, pocos son los que pueden permitirse comprar mantequilla a 213 rublos el kilo (200 pesetas) o embutido a 130 rublos el kilo.

El 'sóviet' regional

Como en otras provincias rusas, Mashkov tiene roces con el sóviet regional elegido en 1990, donde abundan los representantes del viejo sistema, y con el gobernador, Eduard Rossel. En una muestra de "separatismo local", el gobernador ha decidido crear un organismo de control administrativo destinado a controlar y gravar con enormes impuestos las exportaciones desde la región. La medida va en contra de la economía de mercado, y Mashkov ha pedido a Rossel que la revoque.El sistema de vigilancia establecido por el presidente de Rusia para introducir la reforma tiene una eficacia limitada en un ámbito donde coexisten los demócratas inexpertos y los funcionarios curtidos en el sistema planificado. La síntesis entre estas dos categorías no se ha producido, y el poder central gasta energías revocando y neutralizando decisiones de ámbito local.

Hace unos días, Mashkov envió un informe a Yeltsin. En él recomienda al presidente de Rusia convocar elecciones locales en cuanto los precios dejen de aumentar. Se trata, dice, de aprovechar el momento psicológico en el que los ciudadanos tengan la impresión de que Io peor ha quedado atrás".

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