"Visto lo visto, nos vamos"

L. S.-M. "Visto lo visto, nos vamos". Christian Ruiz, secretario de CEDADE, dio así por finalizado ayer el frustrado acto de homenaje a los aviadores de la Legión Cóndor que están enterrados en el madrileño cementerio de la Almudena, abortado sin contemplaciones por 200 policías. Ruiz abandonó el lugar con gesto de resignado mártir de la libertad de expresión.

Después de media hora con su ramo de claveles delante de los cascos de los caballos policiales, Ruiz, nazi confeso, emprendió la retirada con su treintena de invitados europeos. Atrás quedaba una pancarta con la leyenda: "Liberta...

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L. S.-M. "Visto lo visto, nos vamos". Christian Ruiz, secretario de CEDADE, dio así por finalizado ayer el frustrado acto de homenaje a los aviadores de la Legión Cóndor que están enterrados en el madrileño cementerio de la Almudena, abortado sin contemplaciones por 200 policías. Ruiz abandonó el lugar con gesto de resignado mártir de la libertad de expresión.

Después de media hora con su ramo de claveles delante de los cascos de los caballos policiales, Ruiz, nazi confeso, emprendió la retirada con su treintena de invitados europeos. Atrás quedaba una pancarta con la leyenda: "Libertad de expresión", en señal de protesta por la prohibición gubernativa para homenajear a sus muertos. Uno de los ultras extranjeros que viajaron a Madrid para participar en este acto, un canadiense llamado Zundel, comentó con asombro que él frecuentaba giras nazis por toda Europa y que jamás vio tanta prohibición.

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En los alrededores, grupitos de skin heads (cabezas rapadas) se pavoneaban ante la policía que, a modo de réplica, les pedían sistemáticamente la documentación mientras les registraban los bolsillos de la chupa y los vaqueros. "He venido porque este acto es dabuti", argumentaban los rapados en cuanto les dejaban circular. Jovencitos engominados y matronas con abrigo de piel de conejo preguntaban: ¿Y ésto es la democracia?. Las prostitutas y los maricones en la calle y nosotros sin poder poner flores a nuestros muertos?". "Es la democracia roja, señora", ilustraba un viandante. Y a calle revuelta, el mosqueo de los vendedores de un rastro cercano: "Con el follón, nos vamos a comer el género", voceaban a la clientela que se escapaba a ver el espectáculo. En la alterada paz del camposanto, los ocho aviadores germanos -Heinz, Josef, Johan, August, Leo, Georg, Walter y Helmut- continuaron un día más sin flores en su tumba, aunque fuera la víspera del 20-N.

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