Tribuna:

¿En pos de la paz?

Ahora que israelíes y palestinos van a encontrarse cara a cara, por primera vez en su historia, para negociar, es importante descifrar las razones por las que este acontecimiento ha tenido finalmente lugar. ¿Ha sido a causa del asentimiento sirio al plan de paz de Baker? ¿Ha sido consecuencia de la guerra del Golfo y del llamado nuevo orden internacional?La causa primordial, de hecho, no está en Siria, sino en los palestinos. No está relacionada con la guerra del Golfo, sino con la Intifada.

Cuando decimos palestinos nos referimos más a los palestinos de los territorios ocupados ...

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Ahora que israelíes y palestinos van a encontrarse cara a cara, por primera vez en su historia, para negociar, es importante descifrar las razones por las que este acontecimiento ha tenido finalmente lugar. ¿Ha sido a causa del asentimiento sirio al plan de paz de Baker? ¿Ha sido consecuencia de la guerra del Golfo y del llamado nuevo orden internacional?La causa primordial, de hecho, no está en Siria, sino en los palestinos. No está relacionada con la guerra del Golfo, sino con la Intifada.

Cuando decimos palestinos nos referimos más a los palestinos de los territorios ocupados que a la diáspora palestina y a la ,dirección de la OLP en Túnez. Además, los 43 meses de Intifada han cambiado drásticamente el equilibrio de fuerzas dentro del movimiento nacional palestino. Durante 20 años (1967-1987), el centro de gravedad de este movimiento se encontraba fuera de Cisjordania y Gaza, es decir, en el cuartel general de la OLP (ubicada primero en Ammán, después en Beirut y ahora en Túnez). Es lo que los franceses denominan los palestinos del exterior que en 1960 crearon un movimiento nacional que gozó de una gran autonomia respecto a los Gobiernos árabes. Éste fue el movimiento que logró que la causa palestina fuera importante y la legitimó a nivel internacional. Fueron los guerrilleros de este movimiento, reclutados principalmente en campos de refugiados de Líbano, Siria y Jordania, los que llevaron a cabo las luchas armadas a las que se dedicaba el movimiento. Los palestinos del interior, aunque vivían en la zona ocupada, desempeñaron tan sólo un papel secundario. Tenían un evidente sentimiento de inferioridad moral debido al hecho de continuar disfrutando de una forma de vida razonablemente cómoda (según el modelo de Oriente Próximo) mientras que sus hermanos que vivían al este del río Jordán se sacrificaban por la causa, tratando de infiltrarse a través del río en Cisjordania y Gaza o combatiendo contra Jos Gobiernos libanés, jordano (y más tarde el sirio), para defender la libertad de acción del movimiento palestino. Además, los palestinos de Cisjordania dependían, política y económicamente, de Jordania, y los de Gaza, de Egipto. Parecía, por tanto, que el liderazgo de la OLP era el único factor capaz de mantener una autonomía frente a esos poderosos Gobiernos, al margen de los implacables sirios. Los. residentes de Cisjordania y Gaza se sentían demasiado rezagados, demasiado provincianos, para captar las complejidades de la política interárabe, demasiado poco sofisticados para sus estratagemas.

En resumen, fue la sede de la OLP la que dirigió todo.

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Pero ya no es así. Los 43 meses de Intifada liberaron a los habitantes de Gaza y de CisJordania de su complejo de inferioridad. Ellos fueron los que se enfrentaron a Israel a través de unos medios que iban desde manifestaciones en las calles y huelgas empresariales hasta puñaladas y ataques armados. Los guerrilleros de la OLP estaban recluidos en Túnez (desde que fueron evacuados de Beirut hace nueve años) y separados de Cisjordania por un cordón sanitario jordano.

Además, la Intifada no era sólo un asunto de jóvenes, sino de toda la sociedad civil, que demostró ser capaz de resistir y de desarrollar el potencial organizativo necesario para la movilización de masas. Creó un mando de jóvenes dotados de una sofisticada preparación táctica, de un astuto instinto de las relaciones públicas y de un creciente (y bastante satisfactorio) conocimiento de la diplomacia mundial a través de los consulados extranjeros en Jerusalén y de la multitud de periodistas enviados a los territorios ocupados por la Intifada.

La mayoría de estos líderes, que a medida quefue pasando el tiempo aumentaron la confianza en sí mismos, no dudan en reconocer a la OLP como la depositaria de la legitimidad palestina (con la única excepción del movimiento integrista Hamas). Pero pronto empezaron a solicitar una mayor participación en los órganos de gobierno de la OLP y voz y voto en su pro ceso de toma de decisiones. Hace muy poco tiempo solicitaron abiertamente, por ejemplo, que la mitad de los escaños en el consejo de la OLP.se asignaran a los militantes de Cisjordania y Gaza (frente a la cuarta parte de los escaños de hoy), y, lo que es más, que los miembros. de dicho consejo fuesen elegidos por las poblaciones locales en lugar de ser nombrados por distintas organizaciones con base en Túnez, como venía sucediendo hasta ahora.

Esta autoconfianza creciente y mayor autonomía ante la OLP se desarrollaron al mismo tiempo que un sentido de madurez sobre los límites de la Intifada. Aunque se sienten muy orgullosos de los logros de la Intifada -la creación de una conciencia política de los árabes locales, el hacer que Israel pague un precio más alto por la ocupación y el conseguir una mayor notoriedad de los palestinos ante la opinión pública internacional-, esta nueva cúpula ya entendió, a principios de 1990, que la Intifada no tendría éxito más allá de un cierto límite. El precio que tiene que pagar Israel, aunque alto, todavía es tolerable para la mayor parte de su opinión pública; la rigidez de la OLP en asuntos relaciona dos con el proceso de paz es la responsable de la reticencia norteamericana a presionara Israel; una lucha armada abierta -solicitada por Hamas y los marxistas- sería suicida debido a la supremacía militar israelí; y, por último, pero no por ello menos importante, la po blación de los territorios está agotada después de tres años y medio de luchas -especialmente a medida que las fuerzas de seguridad de Israel han ganado en eficacia en su lucha contra la Intifada- y del desarrollo de una verdadera crisis económica en los territorios debido a las prolongadas huelgas y a la dis minución de las ayudas de los familiares que trabajan en el Golfo (especialmente desde agosto de 1990).

Hace aproximadamente un año, esta cúpula ha estado buscando una nueva estrategia basada en el callejón sin salida en el que se encuentra la Intifada. Repiten abiertamente y sin cesar que el tiempo está en contra de los pálestinos. El Ejército israelí se está haciendo con un mayor control de los territorios, mientras el Gobierno de Shamir extiende la colonización. Los palestinos tienen, por tanto, que hacer algunas concesiones, especialmente en cuestiones de procedimiento (en las que la posición de Estados Unidos es más clara que la de Israel), y negociar sobre asuntos de base (en los que, al menos en algunos temas, la postura de Estados Unidos está más cerca de la de los palestinos).

Desde hace algún tiempo, estos líderes han estado pidiendo que se renuncie a la exigencia de la OLP de una garantía norteamericana sobre el resultado final del proceso de paz (es decir, un Estado palestino). Solicitaban que, en una primera fase, se aceptasen las negociaciones sobre la autonomía de Cisjordania y Gaza -idea rechazada por la OLP cuando se formulé en los acuerdos de Camp David en 1979-. Asimismo, se mostraron irritados por la insistencia de la OLP en gestos simbólicos como una delegación palestina independiente (y no una conjunta Jordano-palestina) según se estableció en Camp David.

En los últimos meses, mediante hábiles maniobras, han logrado obligar a la OLP, de grado o por la fuerza, a aceptar sus concesiones y eliminar así los obstáculos para llevar a cabo las negociaciones, excepto uno: la OLP exige que se incluya a un representante palestino de Jerusalén este en la delegación conjunta. Incluso en este tema (en gran medida simbólico) parece que los palestinos de los territorios avanzan lentamente hacia un compromiso. Fue con miembros de este mando, -y no con funcionarios de la OLP residentes en Túnez- con quienes el secretario Baker se reunió en seis ocasiones durante las negociaciones que condujeron a los resultados de julio. También son ellos los que constituirán el componente palestino de la delegación conjunta jordano-palestina.

Pero, una vez que se inicien las negociaciones sobre la autonomía, serán los temas de fondo y no de forma los que acapararán mayor protagonismo. Temas como el control de los recursos de la láerra y del agua, el control de la policía y de los servicios de seguridad, el status de las colonias judías, etcétera. En la mayoría de estos temas, el pragmático nuevo mando creado por la Intifáda es más flexible que los fanáticos Hamas, por una parte, y los viejos líderes de la OLP en Túnez, por otra.

No obstante, una de las preguntas más importantes es el éxito que lograrán estos pragmáticos a la hora de maniobrar con temas. No deberíamos subestimar la oposición por parte de la vieja guardia de la OLP y de los fundamentalistas musulmanes a la que, posiblemente, tendrán que enfrentarse.

es profesor de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén.Traducción: E. Rincón e I. Méndez.

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