Faltan 10 minutos para la última copa

Remite en Cáceres la protesta contra el cierre de los bares, aunque con cinco detenidos

Todos esperaban que pasara algo, pero no acabó de pasar. Tras los disturbios del anterior fin de semana contra el adelanto del cierre de los bares, aplicado por la gobernadora civil, Cáceres vivió la madrugada del sábado con menos violencia -carreras y discretas cargas policiales durante una hora-, aunque hubo cinco detenidos. Ayer fueron puestos en libertad, si bien cuatro de ellos deberán comparecer ante el juez todos los días. Minutos antes de las tres, hora de veda, los jóvenes pedían compulsivamente la última copa, llevada a la calle en vaso de plástico.

Cáceres fue un poco Lon...

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Todos esperaban que pasara algo, pero no acabó de pasar. Tras los disturbios del anterior fin de semana contra el adelanto del cierre de los bares, aplicado por la gobernadora civil, Cáceres vivió la madrugada del sábado con menos violencia -carreras y discretas cargas policiales durante una hora-, aunque hubo cinco detenidos. Ayer fueron puestos en libertad, si bien cuatro de ellos deberán comparecer ante el juez todos los días. Minutos antes de las tres, hora de veda, los jóvenes pedían compulsivamente la última copa, llevada a la calle en vaso de plástico.

Cáceres fue un poco Londres, aunque no aparecieron los esperados skin heads desde otros lugares de España. No surgieron los tan británicos y ultras cabezas rapadas, pero sí otros hábitos de la pérfida Albión como en los pubs ingleses, donde todos los clientes beben pendientes del reloj y piden la última pinta de cerveza un segundo antes de que suene la campana, los jóvenes extremeños miraban la hora y pedían ansiosos la última copa en los bares del barrio de La Madrila. "Por favor, rogamos abandonen el local en 10 minutos, que no cunda el pánico", anuncia a las 2.50 de la madrugada el disck-jockey del pub Por Ejemplo. Suena What ever you want (Lo que tú quieras), pero el estribillo no se cumple y sí se adopta el nuevo status quo. "Si queréis que amplíen el horario portaos bien, no arméis escándalo dentro del local", continúa el locutor. Todo un cambio si, como afirma el alcalde, Carlos Sánchez Polo, "la semana pasada algunos propietarios de bares auspiciaron la protesta".

Sin música, la pista se despeja. Las decenas de jóvenes que llenan el local -no tanto como otras veces, porque muchos han optado por quedarse en casa, conminados o no por sus padres- caminan sumisamente hacia la puerta. Allí se les suministra un vaso de plástico para trasladar la bebida.

A las tres de la madrugada, los pubs de La Madrila -zona habitual de la marcha de madrugada y foco de los primeros incidentes el fin de semana pasado- están vacíos. Unos 500 jóvenes apuran los tragos en la contigua plaza de Albatros. Hay ganas de bronca, pero nadie pasa a la acción.

Esta vez no va a ser fácil. Cinco furgonetas del Cuerpo Nacional de Policía -han llegado 60 agentes de refuerzo desde Sevilla- cercan la manzana y otras tres aparcan a poca distancia. El comisario jefe, Juan Núñez Santiago, hace la ronda provisto de walkie-talkie. "Las cosas están tranquilas", apunta poco antes del cierre. A escasa distancia, el director general de la Juventud de la Junta de Extremadura, Santiago Cuadrado, es uno de los muchos curiosos. "Quizá todo se debe a que la falta de cauces de participación para los jóvenes genera violencia", señala.

Pero lo que los veinteañeros quieren no es participar, sino seguir divirtiéndose con el gaznate húmedo. "Esto de adelantar el cierre a las tres, cuando antes estábamos aquí hasta las siete o las ocho, va contra la libertad de una democracia", 0 ina vaso en mano Miguel ,Egel Fidello. A su lado, la enfermera María Luisa Celalera se desgañita silbando contra la gobernadora civil Alicia Izaguirre, responsable de la mano dura anticopas y destinataria de no pocos gritos ypiropos por parte de los jóvenes congregados. "Aquí no hay más que un cine. ¿Cómo nos vamos a divertir sino en los pubs?", se pregunta la joven. No siente ninguna compasión por el ruido que deben soportar los vecinos.

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A las 3.50, con un botellazo contra un furgón policial, comienzan los incidentes. Carreras de los jóvenes, algunos porrazos y lanzamiento aislado de pelotas de goma de la policía, que a su vez recibe pedradas esporádicas de los manifestantes. Los pequeños saltos se saldan con cinco detenidos.

"¿Por qué no os váis?", ruegan los agentes a los periodistas después de que los jóvenes hayan quemado un par de cubos de basura. Ya son las cinco de la mañana. "Vamos al bar de la estación, que seguro que sigue abierto", propone alguno. Las sirenas callan y los escaparates permanecen intactos. A la mañana siguiente, el alcalde pronostica: "La madrugada del domingo es otro

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