Tribuna:LA FINANCIACIÓN DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS

Definir el modelo de Estado

El debate sobre la denominada financiación autonómica adolece de entrada de un grave error de planteamiento. Aunque es más que probable que no sea un error de planteamiento, sino un planteamiento interesado. La discusión nunca debe abrirse en cuanto a la financiación de las denominadas autonomías, sino en torno al modelo de Hacienda del Estado español en toda su amplitud y riqueza de matices.El problema de la financiación de las comunidades autónomas plantea una discusión artificial entre el que paga -que es quien tiene los recursos: la Administración central- y el que cobra -que son las comun...

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El debate sobre la denominada financiación autonómica adolece de entrada de un grave error de planteamiento. Aunque es más que probable que no sea un error de planteamiento, sino un planteamiento interesado. La discusión nunca debe abrirse en cuanto a la financiación de las denominadas autonomías, sino en torno al modelo de Hacienda del Estado español en toda su amplitud y riqueza de matices.El problema de la financiación de las comunidades autónomas plantea una discusión artificial entre el que paga -que es quien tiene los recursos: la Administración central- y el que cobra -que son las comunidades autónomas de régimen común-. Así, al primero siempre le parecerá mucho lo que gastan las comunidades autónomas, y a los segundos siempre les parecerá poco lo que reciben. Ni siquiera se discute de financlación en general, sino de la masa de recursos a recibir por cada comunidad autónoma, derivando en la mayoría de los casos en una discusión sobre a "quién le han dado más o menos".

De esta manera se obvian aspectos fundamentales de la problemática de fondo que, a mi juicio, no deberían perderse de vista. En primer lugar, está la consideración del modelo de Hacienda a construir en cada nivel territorial. Ello supone hablar de la gestión del ingreso, de su naturaleza y configuración, pero también supone hablar de la gestión del gasto.

La discusión no es sólo sobre la financlación, sino que hay una pregunta previa: ¿la financiación de qué? Consecuentemente, la reflexión debe ampliarse a la consideración de los niveles competenciales de gasto que corresponden o debieran corre sponder a cada nivel de Hacienda.

Reparto de poder

En segundo lugar, habría que reflexionar sobre la idea, de una Hacienda más integrada territorialmente. ¿Hasta qué punto tiene sentido que las Haciendas locales estén implicadas directamente con la Hacienda de la Adrhin Istración central, en vez de hacerlo con la correspondiente Hacienda autonómica?

En definitiva, es el propio modelo de Estado el que está en debate, y dentro de ese debate la cuestión capital es una cuestión de reparto de poder, reparto de poder político que.tiene que ver con los compromisos y con las responsabilidades de cada nivel institucional. De hecho, la falta de adecuación de la Administración central a la supuesta nueva configuración del Estado es evidente. ¿En cuánto se han disminuido los gastos de la estructura central después de años de supuesta descentralización?

Sobre el telón de fondo de las coordenadas que, a mi juicio, debieran ser las referencias de la discusión, la experiencia en el País Vasco arroja algunos elementos positivos de configuración de las relaciones entre los distintos ámbitos de Hacienda, pero planta una serie de retos de indudable importancia.

El modelo de relaciones hacendístIcas que viene conrigurado en el concierto económico, lo mismo que el convenio navarro, se caracteriza por ser un sistema pacta do, de relación bilateral entre las Haciendas. Se basa también en la potestad normativa tributaria, la autonomía en la gestión tributarla, el riesgo unilateral de las Haciendas del País Vasco y la aportación a la solidaridad. El sistema de concierto camina más en la línea del principio de globalidad en la gestión de una Hacienda integrada territorialmente. Tiene la responsabilidad del gasto y el riesgo unilateral de la responsabilidad en el ingreso.

Temas pendientes

Ahora bien, el conjunto de temas pendientes que se encuentra sobre la mesa es todavía de un gran calado. La verdad es que ciertas previsiones derivadas del desarrollo estatut.arlo no se acaban de plasmar en realidades. Antes al contrario, se han dado pasos en la centralización de las decisiones. Ahí está la configuración de la nueva Corporación Bancaria Española, en cuyo proceso se hace tabla rasa de las.previsiones estatutarlas en la materia.

Del mismo modo, las reticencias a abordar con seriedad la configuración de un ente público financiero vasco, depositario de los coeficientes técnicos de caja de las cajas de ahorros y cooperativas de crédito vascas, son expresión clara de la sensibilidad en este campo.

Otro aspecto importante que exije un tratamiento claroy decidido es el de la configuración definitiva de las prestaciones de la Seg uridad Social. ¿Hasta cuándo se puede mantener la apariencia de normalidad y unidad del sistema de la Seguridad Social si ya no existe sino sobre el papel? No se puede seguir manteniendo la entelequia de la caja unica, cuando el proceso de desintegración como estructura institucional diferenciada es evidente.

La integración en Europa es otro reto fundamental. Ha llegado el momento de articular las relaciones con la Comisión Europea, garantizando la participación de las instituciones competentes en los procesos de decisión que les afectan. No se puede sostener la situación de indefensión formal en que se encuentran las instituciones del Estado que no son AdministraIción central.

Esperemos que la discusión se sitúe en sus justos términos para poder alcanzar soluciones a los problemas planteados. El paso fundamental para resolver un problema es ponerse de acuerdo en la definición del mismo. En estos momentos me preocupa que seamos realmente conscientes de qué estamos hablando.

es consejero de Hacienda y Finanzas del Gobierno vasco.

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