Cartas al director

Respeto a la verdad

Vaya por delante que respeto, cualquier opinión o crítica de su periódico sobre el sistema penitenciario.Creo, sin embargo, que el respeto a la verdad constituye un límite infranqueable en la actividad informativa. Como sé que comparte esta idea, le agradecería que rectificase un aspecto inexacto del editorial de hoy que pone en mi boca una manifestación inexistente.

Yo no he dicho, bajo ningún concepto, que las cárceles españolas puedan exhibirse con orgullo. Seguramente, las prisiones, por bien que estuviesen, no son, en sí mismas, un motivo de orgullo. Lo que he dicho es que tenemos ...

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Vaya por delante que respeto, cualquier opinión o crítica de su periódico sobre el sistema penitenciario.Creo, sin embargo, que el respeto a la verdad constituye un límite infranqueable en la actividad informativa. Como sé que comparte esta idea, le agradecería que rectificase un aspecto inexacto del editorial de hoy que pone en mi boca una manifestación inexistente.

Yo no he dicho, bajo ningún concepto, que las cárceles españolas puedan exhibirse con orgullo. Seguramente, las prisiones, por bien que estuviesen, no son, en sí mismas, un motivo de orgullo. Lo que he dicho es que tenemos un sistema de vigilancia del funcionamiento de los centros, penitenciarios con jueces de vigilancia penitenciaria, Defensor del Pueblo, comisiones parlamentarias, comité europeo del convenio del Consejo de Europa para la represión de la tortura y de los tratos inhumanos y degradantes -que ha visitado sólo hace unos meses nuestras prisiones-, que no tiene nada que envidiar a ningún país del mundo.

Es, pues, el sistema de vigilancia del funcionamiento de nuestras prisiones el objeto de mi afirmación y no las prisiones mismas. Cobra sentido tal afirmación si se tiene en cuenta que se reprochaba el no haber facilitado el acceso a las prisiones a una asociación privada estadounidense, que en el momento de solicitar permiso para ver las cárceles españolas, todavía no había hecho un informe sobre las cárceles en su país. No se trata, pues, de ningún comité oficial de la CSCE, como parece hacerse creer, sino de una asociación privada americana, con sede en la Quinta Avenida, cuya tarea, sin duda, es encomiable, aunque no tengamos referencias concretas de su funcionamiento ni garantías de reciprocidad. La vigilancia del correcto funcionamiento de nuestras prisiones descansa, pues, en la solvencia y seriedad de los mecanismos antes indicados, que nadie discute. No caigamos en el vicio de creer que cualquier cosa de fuera es mejor y despreciemos las virtudes de nuestros sistemas de control.- ministro de Justicia.

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