LA REVOLUCIÓN DE AGOSTO

"Yo detuve al jefe del golpe"

Veniamin Yarin, asesor de Gorbachov: "Di la mano a Yanáiev para que no sacara un armaDos colaboradores fieles a Gorbachov narran como fue la resistencia en la fortaleza del poder soviético

"Yo detuve al jefe del golpe. Estalba en mangas de camisa. Me tendió la mano. Me resultó repulsivo estrechársela, pero se, la di para quitarle la posibilidad de que sacara un arma. La única que yo llevaba era un balón de gas que pensaba utilizar para desarmar a la guardia". Así relata Veniamin Yarin, asesor de Gorbachov para cuestiones sociales, el momento -cinco de la tarde del 21 de agosto en el que entró en el despacho que tenía en el Kremlin Guennadi Yanáiev, el hombre que encabezó la llamada banda de los ocho que intentó derrocar a Gorbachov y eliminar la perestroika. Era el principio del...

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"Yo detuve al jefe del golpe. Estalba en mangas de camisa. Me tendió la mano. Me resultó repulsivo estrechársela, pero se, la di para quitarle la posibilidad de que sacara un arma. La única que yo llevaba era un balón de gas que pensaba utilizar para desarmar a la guardia". Así relata Veniamin Yarin, asesor de Gorbachov para cuestiones sociales, el momento -cinco de la tarde del 21 de agosto en el que entró en el despacho que tenía en el Kremlin Guennadi Yanáiev, el hombre que encabezó la llamada banda de los ocho que intentó derrocar a Gorbachov y eliminar la perestroika. Era el principio del fin del golpe.

Yarin y el presidente del comité contra el crimen, Yuri Golik, relataron en exclusiva a la corresponsal de EL PAÍS cómo, durante tres dramáticos días, la Unión Soviética osciló entre la libertad y la dictadura, y cómo, en muchos momentos, nadie mandó realmente en el Kremlln, ni los rebeldes ni los leales. Unos y otros empleaban los teléfonos para conducir la situación por caminos opuestos.Dos grupos de hombres de lealtades distintas convivieron tres días en pasillos y despachos del Kremlln trabajando para causas enfrentadas. Se llamaban por teléfono, se hablaban, pero no se mezclaban. Yarin y Golik fueron coordinados por otro asesor de Gorbachov, Valentín Karasiov.

Golik, presidente del Comité Coordinador de los Órganos de Orden Público, se encontraba el día 19 en su dacha (casa de campo) de las afueras de Moscú cuando le llamó el jefe del KGB de Kemerovo, el coronel Yákovlev, el cual le pidió que conectara la radio. "Cuando oí el primer comunicado, volví al Kremlin. Llamé a Valeri Boldin (jefe del gabinete presidencial). No estaba. Después llamé a Yanálev. Le dije que teníamos que hablar. Fue una conversación muy corta, interrumpida siempre por el teléfono. Y al final le pregunté: "¿Es un golpe?", y él ine contestó: "Sí, golpe".

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"Nadie mandaba en el Kremlin"

"Kriuchkov, presidente del KGB, no quería hablar conmigo. Enseguida me echó del g abinete"El peligro estaba efl que los golpistas tenían tanques, y no sabíamos cuantos generales eran fieles" nov no dirigía nada. Yanálev di alguna orden, pero río tenía ti poder real. Iván Láptev adoptó una postura correcta e intentó informar de lo que había pasado al mayor número posible de gente. Yo tampoco tenía poder. Tan sólo tenía las comunicaciones, que en este caso era lo más valioso".

Durante esos días, los hombres fieles a Gorbachov mantenían contactos con el diputado Serguél Stankevich, quien actuaba como enlace con el Ayuntamiento de Moscú y con el Parlamento ruso. El 20 de agosto hubo una reunión en el Ayuntamiento a la que asistieron Karasiov, Golik, Stankevich y también Alexandr YákovIev, hasta hace poco tiempo principal consejero de Gorbachoy. El 21 de agosto hubo una rueda de prensa de Ycvgueni Primakov y Vadim Bakatin, dos miembros del Consejo de Seguridad de Gorbachov, que condenaron el golpe. Después de eso, Yarin y Golik temían ser arrestados, pero los golpistas no se preocuparon de ellos. Los despachos de Pávlov y Yanálev, en el segundo piso del edificio ocupado por los asesores del presidente, estaban contiguos al de Karasiov.

Golik, Karasiov y, Yarin no consiguieron impedir que los golpistas (el ministro (le Defensa, Dimitri Yázov, y el presidente del KGB, VIadímir Kritichkov) tomaran un avión y volaran hacía Crimea el día 21, cuando se produjo el punto de inflexión en los acontecimientos. "El peligro estaba en que los golpistas tenían tanques", exclama, Yarin, "y no sabíamos cuántos generales les eran fieles y cuántos de ellos estaban en el Kremlin, pero nosotros confiábamos en el general Boshin". Éste llegó a rnandar bocadillos de longaniza a los hombres del presidente en una de aquellas noches que pasaron turnándose para dormir en el diván de Karasiov.

Yarin afirma que las unidades al mando del general Boshin se pasaron totalmente al lado leal. "El comandante en jefe de, Moscú, Nikolái Kalinin, nos informaba de lo que sucedía en Moscú. Cada uno de nosotros sabía únicamente lo que debía hacer él mismo. Fue Serguél Stankevich quien nos dijo que Yázov y Kiluchkov habían tomado un avión. Nosotros éramos unos aficionados en muchas cuestiones. Decidimos que debíamos aislar a Yanálev. No se trataba de arrestarlo, pues no teníamos derecho a hacerlo, pero sí a aislarlo y a interrumpir su comunicación con el mundo exterior. Se tomó la decisión de que le detuviera yo. Valentín Karasiov se quedó al frente de las comunicaciones, y su ayudante se convirtió en mi guardaespaídas".

Era el día 21 de agosto. Pedimos al secretario de 'Yanálev que le informara", continúa Yarin, "de que yo, el asesor de Gorbachov, había llegado y estaba en la antesala. Entré en el despacho y nos encontramos a muy corta distancia. Yanálev se levantó de detrás de la mesa. Estaba en mangas de camisa, con corbata. Su americana colgaba de la silla. Me tendió la mano. Me resultó repulsivo es.trechársela, pero se la di para quitarle la posibilidad de sacar un arma. Todo nuestro armamento era un balón de gas que pensábamos utilizar al principio para desarmar al guarda. Le dije a Yanálev brevemente lo que pensaba de él y le advertí que el Kremlln estaba en nuestras manos y que su libertad estaba limitada. Creo que eran algo después de las cinco de la tarde, aunque puede haber sido antes. Me confundo con las horas. Le dije que no intentara salir del despacho, y que, si intentaban liberarlo, íbamos a luchar hasta el final. Yanálev intentó darme una explicación. Dijo que había ingresado en el comité para evitar un río de sangre, y que, de lo contrario, estaría en Lefórtovo [una famosa prisión moscovital. Yo le dije: '¿Cómo es posible que tú, la segunda persona del Estado, tenga miedo a Lefórtovo? Nosotros hace tres días que trabajamos para el presidente sin temor a que nos puedan destruir. Yanálev continuó hablando, y, yo le dije que no estaba autorizado a entablar discusión con él".

"No pueden existir dos poderes en un mismo pasillo", afirma Yarin, describiendo la situación que se mantuvo durante tres días. El día 21, Vadim Medvédev, otro de los hombres fieles a Gorbachov, cons guió por fin hablar con el presidente. Yarin temía que los golpistas, a la vista del cariz negativo que tomaban las cosas para ellos, intentaran exterminar a Gorbachov y a su familia en Yalta. En aquella tarde del día 21, cuando los conjurados volaban a Crimea y los hombres leales del Kremilm esperaban la llegada de las tropas de intervención especial -el OMON-, Yanálev consiguió enviar un comunicado a la agencia Tass. Según Yarin, el vicepresidente decía que todo eran rumores y que el comité continuaba funcionando. "Tass se había pasado a nuestro lado y nos informó de esto. Entonces aceleramos el restablecimiento de las comunicaciones. VadimMedvédev habló media hora con Gorbachov. Nos informó inmediatamente, y Mijaíl Serguéievich [Gorbachov] dio una orden al jefe del Kremlin, confirmando lo que nosotros ya habíamos hecho. Pero Yanálev logró llamar a sus hombres. Era difícil decir si eran cinco o seis jóvenes. La escolta no les permitió entrar, basándose en nuestra orden. Nosotros nos encontramos con ellos y les propusimos marcharse del edificio. Les dije que nadie les acusaba de nada, pero les advertí que Dios les librara de intentar liberar a Yanáiev, porque si lo hacían iba a matarlos con mis propias manos. Se sometieron a mi mando. Posiblemente eran funcionarios del Comité [de Seguridad del Estado]".

"A partir de aquí todo fue más fácil. Por la noche comprobamos dos veces el estado de la guardia del Kremlin, esperando la llegada de Gorbachov. Con nosotros estuvo también Oleg Ozhereleiv [el consejero económico de Gorbachovl y varias personas más, jóvenes con alta conciencia cívica, que estaban dispuestos a compartir lo que pudiera pasar. Valentín Karasiov dirigía el grupo".

Golik y Medvédev acudieron al aeropuerto a Gorba- ,puerto a recichov. Este había llamado antes al general Mijafl Molsélev y le había pedido que tomara el mando. Golik le pidió a Moiséiev que organizara una comitiva de coches para acudir a recibir al presidente. En el aeropuerto, Karasiov le preguntó a Gorbachov qué hacer con Yanálev, pero Gorbachov se limitó a contestar con un gesto de su mano. Entonces Golik preguntó a Primakov qué hacer con Yanálev. 'Que siga en su gabinete', -contestó Primakov, según Golik. Y ahí siguió hasta la mañana siguiente, cuando, ya hartos, decidimos arrestarlo". La decisión de arrestar a Yanálev se produjo el 22 de agosto, cuando Gorbachov ya estaba en Moscú. -Yo no sabía qué hacer con él. Le dije al jefe militar del Kremlin que le quitara la escolta y que le diera una escolta nueva. Gorbachov había dado la orden de no dejar entrar a los conjurados en el Kremlin, pero Yanáiev estaba en su despacho".

En la madrugada del 22, Yanáiev estaba durmiento en su gabinete. "Era poco después de las siete de la mañana, y nosotros mismos abrimos la puerta del dormitorio adjunto a su despacho. Dormía. Todas las cosas estaban esparcidas. Estaba cubierto con una manta en el diván. Durante mucho tiempo no pude despertarlo. Cuando lo hice, Yanáiev no podía comprender quién estaba ante él. Le dije que se vistiera y se arreglara. Tuve la impresión de que debía haber bebido mucho, pues de lo contrario no se podía entender cómo podía dormir tan tranquilamente después de lo que había hecho. Luego, el guarda que estaba en su antesala nos empezó a reñir porque habíamos entrado en el dormítorio directamente. Avisamos a la fiscalía para que vinieran a buscar a Yanálev. Sobre las diez de la mañana vino el fiscal de Rusia y una brigada de instrucción. Les trajo el jefe militar del Kremlln. Se presentaron. Entramos en el despacho. Yanáiev ya se había arreglado. Le invitaron a sentarse a la mesa. El vicepresidente se puso a fumar. Le dijeron que estaba arrestado y que se iba a hacer un registro en su despacho. Con esto se acabó nuestro papel. No asistimos al registro, pero sé que duró mucho, hasta las 12.3V.

Cuandonos convencimos de que Mijaíl Serguélevich había vuelto al Kremiin, suspiramos con alivio y nos fuimos a descansar-, concluye Yarin.

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