Retraso y deterioro social impresionantes

Los países de América Latina y del Caribe enfrentan impresionantes retrasos y un profundo deterioro en su situación social, que provocan agudas tensiones en el avance de los Gobiernos y sociedades hacia sistemas políticos plurales, participativos y democráticos. La crisis de los ochenta aumentó la pobreza y el desempleo, empeoró la distribución del ingreso, aumentó la delincuencia y, además, hubo acelerados procesos de degradación ambiental.Éstas son algunas de las evidencias recopiladas por Nota sobre el desarrollo social en América Latina, el informe que la Comisión Económica para Amé...

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Los países de América Latina y del Caribe enfrentan impresionantes retrasos y un profundo deterioro en su situación social, que provocan agudas tensiones en el avance de los Gobiernos y sociedades hacia sistemas políticos plurales, participativos y democráticos. La crisis de los ochenta aumentó la pobreza y el desempleo, empeoró la distribución del ingreso, aumentó la delincuencia y, además, hubo acelerados procesos de degradación ambiental.Éstas son algunas de las evidencias recopiladas por Nota sobre el desarrollo social en América Latina, el informe que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), un organismo de la ONU, dio a conocer durante la primera cumbre ibero americana de jefes de Estado y de Gobierno en Guadalajara. Según el estudio, los más afectados por el deterioro de la situación so

cial entre los 446 millones de habitantes de América Latina y del Caribe son los más pobres.

La CEPAL atribuye tal gravedad al esce narlo social que, aun con un intenso esfuer zo de transformación, es probable qu transcurra un período prolongado antes de que los sectores actualmente marginados puedan incorporarse a las actividades de creciente productividad. La reducción de la inversión, además, afecta a las oportunidades de crecimiento futuro y de dar solución a los problemas.

El informe, de 51 fólios, realiza una radiografía social de esta parte del mundo, que tuvo un estilo de desarrollo concentrado y excluyente entre 1945 y 1980, y después recibió el chapuzón de la crisis de la deuda externa, cuyos efectos persisten hasta hoy. Según la CEPAL, el número de pobres aumentó de 136 millones de personas, un 41% de la población en 1980, a 183 millones, un 44% en 1989.

Durante la década recesiva de los ochenta, al distribuirse menos equitativamente un ingreso por habitante menor, se agudizó el contraste entre bienestar y pobreza, asegura el informe. Se contrajo el monto y la proporción en el ingreso de los estratos bajos y medios. Mientras tanto, el 5% superior aumentó su nivel y participación en el ingreso.

La crisis redujo el gasto social, en especial en educación, salud y vivienda. Paralelamente, aumentó el deterioro ambiental, asociado generalmente a la pobreza. Esto incentivó la migración rural a las ciudades. Allí, expresa el informe, se hacinan los marginados, con frecuencia sin alumbrado, pavimentación, alcantarillado ni servicios de eliminación de basura, aumentando la contaminación y sufriendo sus consecuencias. Enfermedades como el cólera encuentran así condiciones ideales para difundirse.

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Superar esta situación supone desaflos de la mayor magnitud. La CEPAL postula que las sociedades y sus sistemas políticos pongan en marcha procesos de concertación democráticos que permitan rehacer la cohesión social y a la vez ampliar la inversión, en circunstancias que un porcentaje apreciable del ahorro interno se sigue utilizando en el servicio (pago) de la deuda externa.

La concertación democrática, entre otras condiciones, requiere ampliar la base tributaria, disminuir la evasión de impuestos. Reasignar gastos militares, poner fin a las subvenciones a sectores ineficientes, reorientar el gasto hacia las mayorías y aumentar la eficiencia del Estado. Todo esto, plantea la CEPAL, en un enfoque del desarrollo que tienda a una transformación productiva basada en el progreso técnico, dentro de un marco de creciente equidad.

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