"No discután aquí"

La verja del edificio que fue la Embajada de la República Democrática Alemana (RDA) en Moscú se abre y un funcionarlojoven, alto y rubio, con el escudo de la República Federal de Alemana prendido en la impecable cainisa blanca, se asorna hacia una multitud de gentes cansadas, mal vestidas, donde abundan los ancianos campesinos de origen alemán llegados de Asia central para conseguir un visado.

La multitud se arremolina. Muchos vienen día tras día a esta veja. Tienen preguntas que no pueden formular porque ni siquiera tienen acceso al edificio. Algunos intentan hacerlo y se acercan a...

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La verja del edificio que fue la Embajada de la República Democrática Alemana (RDA) en Moscú se abre y un funcionarlojoven, alto y rubio, con el escudo de la República Federal de Alemana prendido en la impecable cainisa blanca, se asorna hacia una multitud de gentes cansadas, mal vestidas, donde abundan los ancianos campesinos de origen alemán llegados de Asia central para conseguir un visado.

La multitud se arremolina. Muchos vienen día tras día a esta veja. Tienen preguntas que no pueden formular porque ni siquiera tienen acceso al edificio. Algunos intentan hacerlo y se acercan apresuradamente al funcionario.

"Keine diskussion hier" ("No discutan aquí"), vocifera el funcionario en tono autoritario mientras agita las manos en el aire para que no se le acerquen demasiado los más impacientes. El efecto persuasivo es total. Amedrentados, los solicitantes, organizados en colas de distintas categorías según el tipo y fase de la gestión a realizar, dejan un espacio libre en torno a él.

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La escena, que ponía de manifiesto la impotencia de unos y la arbitrariedad tiránica del otro, ocurría esta sernana. Cada día reciben visados para viajar a Alenianla entre 250 y 300 personas entre visados de tránsito y de estancia temporal, y unas 200 personas reciben papeles para emigrar definitivamente, según me informaba el funcionario tras moderar el tono.

La aglomeración de gente deseosa de salir al extranjero o de emigrar en otras embajadas en Moscú es tal que muchas han procedido a defender sus locales de la invasión de solicitantes. Las puertas se cierran y en la calle aparecen portátiles destinadas a acotar espacios que dividan las categorías de los muchos que sólo desean un papel que permita salir del país.

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