Por 'culpa' del vicepresidente

Las dificultades que ayer tuvo el jefe del Gobierno para ajustar nombres y carteras ministeriales demuestran que 16 meses después de que el PSOE ganara las elecciones Felipe González ha esperado hasta el último momento para afrontar esta tarea. Que todo no estaba previsto era una evidencia ayer cuando el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, seguía poniendo peros a la tarea que se le encomendaba y Txiki Benegas, secretario de organización del PSOE, se resistía entrar en el nuevo Gabinete.Los entresijos de las tensas horas que ayer se vivieron en La Moncloa se irán conociendo...

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Las dificultades que ayer tuvo el jefe del Gobierno para ajustar nombres y carteras ministeriales demuestran que 16 meses después de que el PSOE ganara las elecciones Felipe González ha esperado hasta el último momento para afrontar esta tarea. Que todo no estaba previsto era una evidencia ayer cuando el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, seguía poniendo peros a la tarea que se le encomendaba y Txiki Benegas, secretario de organización del PSOE, se resistía entrar en el nuevo Gabinete.Los entresijos de las tensas horas que ayer se vivieron en La Moncloa se irán conociendo paulatinamente, aunque tanto desde el lado de Economía como del entorno de Benegas se citaba a Narcís Serra como presunto responsable de las díscrepancias. Se duda mucho, sin embargo, que los interesados pronunciaran este nombre ante Felipe González.

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En el caso de Solchaga, personas de su entorno consideraban absolutamente normal que el ministro pidiera al jefe del Gobierno garantías de autonomía en su quehacer. Estos portavoces recordaban la pugna soterrada durante años entre Solchaga y el ex vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, por los deseos de este último de controlar al primero. Ahora, la historia parece repetirse.

Solchaga sabe perfectamente que Serra ha aspirado mucho tiempo a la cartera de Economía y que, alcanzada la vícepresidencia, estará tentado de ejercer su labor de coordinación en todas las áreas, incluída la de Solchaga. En suma, la cruz de Solchaga volvería a ser otro vicepresidente.

En el supuesto de Benegas las explicaciones son más complicadas, aunque también se apuntan recelos respecto a Serra y el grado de autonomía del secretario de Organización del PSOE respecto del vicepresidente en la coordinación del Gobierno y el grupo parlamentario.

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