Editorial:

El enfriamiento económico

LOS INFORMES del Ministerio de Economía y del Banco de España hechos públicos recientemente han incorporado revisiones a la baja del crecimiento de la demanda interna para 1990, en sus dos componentes de consumo e inversión; una desaceleración que se extenderá a lo largo de 1991. La inicial tasa de crecimiento de la demanda interna del 5,2% prevista por el Gobierno en el cálculo de los Presupuestos se ha reducido al 4,3%.La coexistencia de ese descenso con el mantenimiento de la tasa de crecimiento del producto interior bruto (PIB) en un 3,5% manifiesta la mejora experimentada por el saldo ext...

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LOS INFORMES del Ministerio de Economía y del Banco de España hechos públicos recientemente han incorporado revisiones a la baja del crecimiento de la demanda interna para 1990, en sus dos componentes de consumo e inversión; una desaceleración que se extenderá a lo largo de 1991. La inicial tasa de crecimiento de la demanda interna del 5,2% prevista por el Gobierno en el cálculo de los Presupuestos se ha reducido al 4,3%.La coexistencia de ese descenso con el mantenimiento de la tasa de crecimiento del producto interior bruto (PIB) en un 3,5% manifiesta la mejora experimentada por el saldo exterior en los últimos meses de 1990, sin duda uno de los desequilibrios de nuestra economía sobre el que no cabían sino malos augurios al inicio de la guerra del Golfo.

Esa reducción en el déficit exterior es tanto más signiicativa cuanto que se ha mantenido con un descenso en los ingresos por turismo. En la misma dirección se han revisado las tasas de crecimiento de la demanda interna obtenidas por el Banco de España, incluidas las correspondientes al segundo trimestre, que dieron lugar a cierta alarma sobre un recalentamiento de la economía.

Desaparecida la amenaza del excesivo crecimiento de la demanda interna, y en especial al consumo, el informe del Banco de España llama la atención acerca de la persistencia de las tensiones inflacionistas en nuestra ecenomía, asociadas ahora a la presión de los costes.

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El banco emisor subraya la importancia de los costes del trabajo -salarios- como determinantes de la contracción del excedente empresarial -beneficios- y de la desaceleración en la creación del empleo, del que ya hemos tenido algunas evidencias en los últimos meses. Esta desaceleración puede aumentar su ritmo, ya que la apreciación de la peseta propicia el abaratamiento de las importaciones de bienes intermedios, sustitutivos de los fabricados con trabajo nacional.

La facilidad y rapidez con que un ajuste tal tiene lugar en el tiempo se ve reforzada por la importancia que hoy tiene la contratación temporal, representativa de casi un tercio del empleo. La constatación de que la desaceleración del empleo ha sido superior a la del producto seguirá estando presente en la evolución de la economía en los próximos meses.

El mensaje del Banco de España, reconociendo la senda de un menor crecimiento -más equilibrado- en el que ha entrado la economía española para luego lanzar su advertencia de los riesgos que las tensiones inflacionistas pueden originar en nuestro alejamiento de los principales países europeos, ha de servir no sólo como aviso intimidatorio a navegantes en el mercado de trabajo. También es necesaria la definición de vías de comunicación más flexibles que las ensayadas hasta ahora para lograr un acuerdo entre el Gobierno y los agentes sociales y económicos que, junto a la necesaria política de rentas en su más amplia cobertura, incorpore aquellos aspectos en los que será igualmente necesario el rigor, hasta ahora sólo exhibido en las actuaciones monetarias. La posibilidad de conjugar todos estos factores garantizaría la transición a un entorno más competitivo en las mejores condiciones posibles de estabilidad.

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