LOS CONFLICTOS DE ORIENTE PRÓXIMO

Desembarco soviético en Israel

La llegada en los próximos años de un millón de soviéticos judíos inquieta al país

"¿Cuál es la segunda lengua de Israel?". "El hebreo", responden los habitantes de Tel Aviv, "pues la primera lengua es el ruso". Por cierto esta humorada expresa el divertido asombro de los israelíes ante la invasión de los judíos rusos, pero oculta, al mismo tiempo, una inquietud subyacente, reprimida por ser opuesta al ideal sionista aunque presente en el inconsciente colectivo. Un millón de judíos rusos, al menos, se encaminarán a Israel en los próximos años.

, En Israel nacerán 12 nuevas ciudades que serán pobladas fundamentalmente por un millón o más de inmigrantes judíos que se es...

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"¿Cuál es la segunda lengua de Israel?". "El hebreo", responden los habitantes de Tel Aviv, "pues la primera lengua es el ruso". Por cierto esta humorada expresa el divertido asombro de los israelíes ante la invasión de los judíos rusos, pero oculta, al mismo tiempo, una inquietud subyacente, reprimida por ser opuesta al ideal sionista aunque presente en el inconsciente colectivo. Un millón de judíos rusos, al menos, se encaminarán a Israel en los próximos años.

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, En Israel nacerán 12 nuevas ciudades que serán pobladas fundamentalmente por un millón o más de inmigrantes judíos que se estima que llegarán aquí en el curso de los dos o tres próximos años. Esto es lo que acaba de revelar Ariel Sharon, ministro de la Vivienda, quien ha señalado sobre un mapa la ubicación de esas ciudades, que se extienden desde Galilea. en el norte, al Neguev, en el sur del país. Detalle significativo: todas estas ciudades se encontrarán en el interior de las fronteras de Israel anteriores a junio de 1967. ¿Estaría dispuesto Ariel Sharon, superhalcón del Likud, a renunciar a los territorios ocupados de Cisjordania y Caza? "En modo alguno", responde Sharon. "Esos territorios son de una importancia crucial para nuestra seguridad. para nuestra defensa estratégica. Ni hablar de renunciar a ellos. Pero, para que no cese el flujo de inmigrantes judíos rusos no dirigiremos a los inmigrantes hacia esos territorios".Un millón de judíos rusos. Por lo menos. En el consulado israelí en Moscú se habla de cerca de dos millones de aspirantes a la emigración. Hasta el presente llegaron 150.000 en 1990. Para 1991 son esperados 400.000. El ritmo de llegada aumenta de mes en mes, de semana en semana. ¿Israel está realmente dispuesto a acogerlos, a albergarlos, a proporcionarles trabajo? El Gobierno dice que sí. A condición de que los israelies se aprieten el cinturón, que acepten rebajar su nivel de vida, que los judíos del mundo entero coticen más y que Estados Unidos garantice importantes préstamos bancarios de cientos de millones de dólares.

Escepticismo

La mayoría de los expertos israelíes en economía se muestran escépticos y critican las medidas tomadas por el Gobierno de Shamir. Dov Lautman. presidente de la Unión de Industriales Israelíes, acusa al Gobierno de no estar preparado y de no haberse movilizado prioritariamente para esta inmensa tarea, sobre

todo en lo que respecta a la creación de empleos. La oposición de izquierda afirma que el Gobierno engaña a la opinión israelí: sólo la paz puede liberar los recursos necesarios -devorados hoy por los gastos militares -para la integración de los nuevos inmigrantes. "Es necesario elegir: los territorios o la inmigración", afirma un editorialista del Haaretz. Es el conocido dicho: cañones o mantequilla. "El Gobierno de Shamir quiere llevar a cabo lo imposible: tener cañones, mantequilla y un millón de judíos rusos", afirma el diputado sionista de izquierda Yossi Sarid.

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Los nuevos inmigrantes no se ocupan -de momento- de estas opciones políticas. Están preocupados por su futuro inmediato, por problemas concretos. "En relación al trabajo, los alojamientos son secundarios", afirman sus portavoces. Se puede soportar el estar temporalmente mal alojados -dicen-, incluso en pequeñas casas prefabricadas. Pero permanecer sin trabajo durante largos meses se vuelve, a la larga, desmoralizador, insoportable. Incluso si durante los dos primeros años el Estado soluciona las necesidades vitales mínimas de los nuevos inmigrantes.

Sin embargo, el trabajo y el alojamiento no son los únicos problemas. La actual ola de inmigración plantea un desafío sin precedentes a la sociedad israelí. Y no sólo a causa de la masa humana que se vuelca en el pequeño Estado de Israel. Si desde ahora hasta 1995 llegan al Estado judío dos millones de judíos rusos, la población judía de Israel habrá aumentado en un 50%. Es un inmenso incremento, pero que palidece ante la ola que entre 1949 y 1951 se voleó sobre el joven Estado hebreo: entonces la población judía se triplicó en tres años, pasando de 650.000 a 1,8 millones de almas.

Actualmente se asiste en Israel a la aparición de periódicos rusos que surgieron como hongos después de la lluvia. El más importante de éstos, Nasha Strana, acaba de publicar una polémica entre el profesor Dimitri Segal y Edward Baltow, principal ideólogo antisionista de la nueva inmigración rusa. Baltow se opone abiertamente a la obligación de aprender hebreo. Otros intelectuales judíos provenientes de la URSS exigen al menos la latinización del alfabeto hebreo.

Un partido ruso

En ciertos medios de la nueva inmigración se trata también de crear un partido ruso que participaría en las próximas elecciones, dentro de dos años. ¿Para qué? Para disponer de un lobby ruso en la Kneset (Parlamento israelí), destinado a defender los intereses específicos.

La iniciativa reforzaría aún más el antagonismo ya existente entre nuevos inmigrantes y antiguos habitantes de Israel. Los jóvenes israelíes, sobre todo, están furiosos. Los precios de los alquileres suben sin cesar. Millares de parejas jóvenes, incapaces de alcanzar esta subida, se sienten discriminados en relación a los judíos rusos, cuyos alquileres paga el Estado por lo menos durante un año.

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