Tribuna:

Aluvión

Las tropas del Pacto de Varsovia van a invadir muy pronto Europa occidental, y lo harán con regimientos disfrazados de mendigos, sin disparar más tiros que los necesarios para exigir una limosna. Los túneles de cada ciudad, los jardines públicos, las escalinatas de los monumentos se convertirán en sus deprimidos cuarteles, y en ellos estos mendigos eslavos fermentarán. Toda la pobreza del planeta ha unificado ahora sus aguas formando un solo río con varios brazos que está a punto de verter gran parte de su caudal en este espacio mantecoso del Mercado Común, donde el cielo es un inmenso tocino....

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Las tropas del Pacto de Varsovia van a invadir muy pronto Europa occidental, y lo harán con regimientos disfrazados de mendigos, sin disparar más tiros que los necesarios para exigir una limosna. Los túneles de cada ciudad, los jardines públicos, las escalinatas de los monumentos se convertirán en sus deprimidos cuarteles, y en ellos estos mendigos eslavos fermentarán. Toda la pobreza del planeta ha unificado ahora sus aguas formando un solo río con varios brazos que está a punto de verter gran parte de su caudal en este espacio mantecoso del Mercado Común, donde el cielo es un inmenso tocino. El inicio de la revolución soviética produjo en las capitales europeas una riada de rusos blancos que se zamparon todas las ostras, mientras los zíngaros derramaban lágrimas de violín sobre sus pescuezos en los restaurantes. Aquellos fugitivos de oro señalaron el camino. Han tenido que pasar siete décadas desde entonces para que los esclavos de aquellos señores derribaran el muro que les impedía perseguirles hasta el corazón de París. Esa barrera por fin ha caído, y algunos vaqueros fatuos que hoy son cortejados por los intelectuales creen que la revolución soviética ha fracasado. Precisamente es ahora cuando empieza. Dentro de pocos meses se realizará la primera invasión compuesta por seis millones de rusos hambrientos que asentarán sus reales en la intimidad de nuestro capitalismo, y allí se pondrán a germinar. No habrá ostras para todos ni siquiera sopa de berzas en la trasera de los templos, pero nuevas legiones seguirán llegando. Tal vez al principio traerán la humildad de los mendicantes, aunque muy pronto cada uno de sus estómagos vacíos será una espoleta que alimentará una sola bomba. Mientras la Guardia Civil española esté cumpliendo la alta misión de contener a culatazos el río de pobreza que sube desde el sur, las oleadas de mendigos del Este con pie llano arribarán a los Campos Elíseos, y cuando ya se encuentren todos aquí, la revolución se producirá por aluvión o inundación. Y Marx no lo sabía.

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