Las drogas enfurecen a las 'barras bravas'

Muchos jóvenes hinchas argentinos se pasan los partidos fumando marihuana

El ex jugador de la selección argentina de fútbol Carlos Babington, que en la actualidad dirige al Huracán, precisamente el equipo en el que se consagró en el decenio de los setenta, dijo al fin lo que todos sabían en el país, pero nadie se atrevía a reconocer públicamente: "Cuando yo jugaba, los hinchas también eran apasionados, pero no consumían droga. En cambio, hoy por hoy, hasta resulta raro no ver a jóvenes en las tribunas generales fumando marihuana. Esto los irrita y los lleva a provocar desmanes, aun sin darse cuenta de lo que hacen".

Las declaraciones del inglés Babingt...

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El ex jugador de la selección argentina de fútbol Carlos Babington, que en la actualidad dirige al Huracán, precisamente el equipo en el que se consagró en el decenio de los setenta, dijo al fin lo que todos sabían en el país, pero nadie se atrevía a reconocer públicamente: "Cuando yo jugaba, los hinchas también eran apasionados, pero no consumían droga. En cambio, hoy por hoy, hasta resulta raro no ver a jóvenes en las tribunas generales fumando marihuana. Esto los irrita y los lleva a provocar desmanes, aun sin darse cuenta de lo que hacen".

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Las declaraciones del inglés Babington, tal como se le llamaba en su época de jugador por la calidad y la elegancia que le distinguían, fueron publicadas el pasado domingo, dentro de un extenso informe elaborado por el periódico conservador La Nación, que se edita en Buenos Aires. Para responder a la pregunta de "¿por qué cada vez es menos la gente que va al fútbol [el promedio de ventas de entradas por partido en cada temporada se ha reducido entre 1982 y 1983 de 6.250 a 4.762]"?, el entrenador del Huracán consideró la violencia y la inseguridad en los estadios como las causas principales, incluso por encima de las razones económicas.El consumo de alcohol, drogas blandas y psicofármacos se hizo habitual entre las bandas de fanáticos que siguen a los principales equipos en los últimos diez años, cuando el país entró en la más grave crisis política, económica y social de su historia. La adicción se extendió entre los jóvenes bajo la dictadura militar que azotó al país entre 1976 y 1983 y, tras la derrota en la guerra de las islas Malvinas, en 1982, las barras bravas del fútbol se tornaron en los detonantes de la violencia cotidiana.

Las barras fueron convertidas por los dirigentes de los clubes en grupos de presión para ganar elecciones, golpear a los opositores y amenazar a entrenadores o jugadores que se resistían a renunciar o firmar sus contratos de acuerdo con las condiciones impuestas por la directiva. A cambio, los jefes de las bandas reciben favores de todo tipo: entradas gratis, influencias para conseguir empleos de guardaespaldas, pasajes para acompañar al equipo en los viajes y dinero.

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