Editorial:

Acierto de Pujol

EL PRESIDENTE de la Generalitat de Cataluña y de Convergència Democrática, Jordi Pujol, desautorizó ayer el documento de trabajo programático que estaba en proceso de discusión entre sus consejeros y su coalición. Era necesario rectificar los contenidos totalitarios del documento, notoriamente las propuestas de infiltración en escuelas o medios de comunicación y de control ideológico-policial sobre los funcionarios a través del sectarismo en la composición de los tribunales de oposición. Así lo exigía la coherencia del nacionalismo conservador catalán con su propia trayectoria democrática y co...

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EL PRESIDENTE de la Generalitat de Cataluña y de Convergència Democrática, Jordi Pujol, desautorizó ayer el documento de trabajo programático que estaba en proceso de discusión entre sus consejeros y su coalición. Era necesario rectificar los contenidos totalitarios del documento, notoriamente las propuestas de infiltración en escuelas o medios de comunicación y de control ideológico-policial sobre los funcionarios a través del sectarismo en la composición de los tribunales de oposición. Así lo exigía la coherencia del nacionalismo conservador catalán con su propia trayectoria democrática y constitucional.Algunos reprocharán que la reacción del partido y de su presidente haya venido como consecuencia de la perplejidad social que el conocimiento público del documento provocó, y no haya sido una reacción automática ante la simple lectura del texto por los dirigentes nacionalistas. Esta reflexión tiene alguna base, pero sena mezquino insistir en ella. De sabios es rectificar. Y esta frase popular todavía tiene más valor en política, ámbito en el que esa actitud es infrecuente. Todavía más: cuando el que desautoriza el documento es un dirigente que ha tomado parte activa en su elaboración y difusión, más amargo debe resultar la marcha atrás, y por ello más meritoria es.

Quedan ahora dos tareas por cumplir. Una es de orden administrativo. No es lógico que los funcionarios ideológicos que hayan asumido la redacción global del documento y, por tanto, su enfoque y contenidos totalitarios sigan en sus mismas funciones y responsabilidades. La segunda es que nadie en el partido ni en la Administración que encabeza Pujol se sienta ahora tentado a aplicar en la práctica lo que su líder conviene en rechazar en la doctrina. Sería laminar la credibilidad de la posición oficial e institucional.

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