Referéndum en Buenos Aires para reformar la Constitución provincial

La reforma de la Constitución de la provincia de Buenos Aires, donde vive más de un tercio de toda la población argentina, se decide mañana en un plebiscito que signifíca una piedra de toque sobre el poder de arrastre de los dos partidos tradicionales: Justicialista (peronistas) y Unión Cívica Radical.

Lo que se presentaba como un asunto de trámite, la reforma de la Constitución que desde 1934 rige la vida política de la provincia de Buenos Aires, con más habitantes y casi tres veces mayor que Grecia, se ha convertido en una prueba de fuego para los dirigentes políticos de los dos grand...

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La reforma de la Constitución de la provincia de Buenos Aires, donde vive más de un tercio de toda la población argentina, se decide mañana en un plebiscito que signifíca una piedra de toque sobre el poder de arrastre de los dos partidos tradicionales: Justicialista (peronistas) y Unión Cívica Radical.

Lo que se presentaba como un asunto de trámite, la reforma de la Constitución que desde 1934 rige la vida política de la provincia de Buenos Aires, con más habitantes y casi tres veces mayor que Grecia, se ha convertido en una prueba de fuego para los dirigentes políticos de los dos grandes partidos: el peronista Antonio Cafiero y el radical Raúl Alfonsín.Cafiero es el actual gobernador de la provincia y está interesado en la reforma, porque el nuevo texto constitucional permite la reelección. Los radicales apoyan una reforma para modernizar una Constitución que se había quedado obsoleta. Aparentemente la reforma parece asegurada con el apoyo de los dos partidos que en las últimas elecciones presidenciales reunieron más del 90% del electorado.

Contra la reforma constitucional, que los bonaerenses deben aprobar mañana en plebiscito, se ha formado una extraña constelación con personajes del más diverso pelaje político. Se oponen desde el ex teniente coronel golpista Aldo Rico, que se sublevó contra el Gobierno de Alfonsín en la Semana Santa de 1987 y en Monte Caseros en enero de 1988, hasta Luis Zamora, el único diputado trostkista que existe en el Parlamento argentino.

Forman parte también del extraño maridaje del no a la reforma el dirigente conservador Alvaro Alsogaray, que califica la reforma de "socialismo enmascarado" y el influyente periodista Bernardo Neustadt, quien maneja entre sus argumentos que la reforma establece la función social de la propiedad y esto abre las puertas a la expopiación de las casas de fin de semana. Alguno de los argumentos usados por los enemigos de la reforma es que supone la introducción de una concepción socialdemócrata.

Las encuestas dan resultados tan dispares, que no se libran del tufo de la manipulación interesada.

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