EL FIN DEL PROCESO ELECTORAL

La participación electoral se situó seis puntos por debajo de la del 29 de octubre

La jornada electoral transcurrió ayer en Melilla con normalidad, sólo rota por incidentes aislados, y con una participación de un 52%, porcentaje que supone seis puntos menos que el registrado en las elecciones del 29 de octubre. Melilla votó ayer con sumo cuidado. Los interventores, la junta electoral, la guardia urbana y los ciudadanos pusieron todo su empeño en que esta vez la jornada concluyera sin problemas.

De boca en boca corría el temor al bochorno de una nueva repetición. La primera incidencia se registró precisamente en la mesa del colegio Juan Caro que dio lugar a las denunci...

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La jornada electoral transcurrió ayer en Melilla con normalidad, sólo rota por incidentes aislados, y con una participación de un 52%, porcentaje que supone seis puntos menos que el registrado en las elecciones del 29 de octubre. Melilla votó ayer con sumo cuidado. Los interventores, la junta electoral, la guardia urbana y los ciudadanos pusieron todo su empeño en que esta vez la jornada concluyera sin problemas.

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De boca en boca corría el temor al bochorno de una nueva repetición. La primera incidencia se registró precisamente en la mesa del colegio Juan Caro que dio lugar a las denuncias de irregularidades el pasado 29 de octubre. Eran las nueve de la mañana y faltaban la presidenta y algunos vocales. Su explicación resultó sencilla: olvidaron que ayer cambiaba la hora oficial.El policía municipal que se situó en la puerta del aula donde se encontraba esa mesa electoral cotejaba uno por uno los complicados nombres de los musulmanes. Debían coincidir el del carné de identidad y el de la lista sujeta en el marco de la puerta. Y también el número del carné, extremo este último que, a tenor de la sentencia de anulación, no fue verificado en los anteriores comicios. La similitud de los nombres entre sí y los apellidos convertidos en nombre y viceversa podían inducir al error; y los cientos de Mohamed, Nimún, Abdelkader o Saida aguantaron con paciencia la larga cola. El celo puesto en el empeño por algunos de los participantes llevó a un presidente de mesa a solicitar la acreditación a los periodistas (en el colegio Mezquita), y a algunos interventores de partidos y delegados de la junta electoral a ofrecerse continuamente como consejeros de los electores dubitativos.

Algunos musulmanes tropezaron con el inconveniente del idioma, puesto que su primera lengua es el cherja, el dialecto del Rif. Algunos, efectivamente, no conocen bien el castellano. En una mesa del colegio Juan Caro se insistía a una mujer en que debía "subrayar" dos nombres para el Senado. Afortunadamente, comprendió al final que se trataba de marcar dos casillas.

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