CRISIS EN ARGENTINA

El presidente argentino dice que no cambiará de rumbo

CARLOS ARES, El presidente argentino, Carlos Menem, intervino públicamente en la decisiva batalla que se libra dentro del peronismo para defender su alianza con la derecha liberal y el plan económico en marcha. Ante más de 150 dirigentes sindicales del sector menemista de la Confederación General del Trabajo (CGT), el jefe del Estado advirtió: "Nada ni nadie nos hará torcer el rumbo". Seguidamente exigió a los disidentes "que se pasen a la acera de enfrente si están en contra". Al mismo tiempo, la dirección de la CGT, que dirige Saúl Ubaldini, celebró una asamblea de delegados en la que se de...

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CARLOS ARES, El presidente argentino, Carlos Menem, intervino públicamente en la decisiva batalla que se libra dentro del peronismo para defender su alianza con la derecha liberal y el plan económico en marcha. Ante más de 150 dirigentes sindicales del sector menemista de la Confederación General del Trabajo (CGT), el jefe del Estado advirtió: "Nada ni nadie nos hará torcer el rumbo". Seguidamente exigió a los disidentes "que se pasen a la acera de enfrente si están en contra". Al mismo tiempo, la dirección de la CGT, que dirige Saúl Ubaldini, celebró una asamblea de delegados en la que se de batió una posible huelga general.

En la asamblea sindicalista se decidió aguardar todavía el resultado de algunas reuniones antes de iniciar el plan de lucha que podría desembocar en la primera huelga general desde que asumió el poder el nuevo Gobierno, en julio pasado.Las fuerzas internas del peronismo, que se venían agrupando desde hace 10 días, acamparon a sólo 10 calles de distancia y 24 horas antes de que se reuniera el plenario del Consejo Nacional del partido.

Los dirigentes sindicales menemistas, que representan a la mayoría de los gremios más poderosos de la actividad privada, ovacionaron al presidente en la Casa Rosada, la sede del Gobierno, y se comprometieron a aguantar el tremendo ajuste económico.

Por su parte, los delegados más combativos del ubaldinismo exigieron a gritos en el edificio de la CGT una convocatoria inmediata de huelga general. Pero fue Lorenzo Miguel, el veterano capo de los metalúrgicos y principal sostén de Ubaldini, quien advirtió: "Debemos apretar, pero no gastar toda la energía, porque todavía hay esperanzas de un recambio de ministros. Algunos temen un intento de golpe de Estado para el 20 de marzo y nosotros no podemos quedar inocentemente pegados a los golpistas". Por fin, fue el propio Ubaldini el que prometió que se tomarían las medidas necesarias "cuando llegue el momento".

El encarnizado combate interno se abre verticalmente desde la cúpula hacia abajo como una grieta. Las últimas medidas económicas, que la población recibe como la descarga de un látigo con los sucesivos tarifazos -aumento de las tarifas en los servicios de las empresas públicas y reacción en cadena de los demás productos de consumo básico actuaron como detonantes, y el conflicto estalló.

Peronistas críticos

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El llamado Grupo de los Ocho, legisladores que encabezan el ala crítica del peronismo en la Cámara de los Diputados, y a los que Menem acusa de utilizar los recursos de la oposición porque piden la interpelación de los ministros, presentó su propio plan económico en un informe titulado Hay otro camino.

La CGT ubaldinista elaboró a su vez un proyecto y se lo presentó ayer al ex presidente Raúl Alfonsín, líder del radicalismo. El vértigo de la política árgentina puede resumirse en la coincidencia de Ubaldini con Alfonsín. Ambos sostuvieron un durísimo enfrentamiento entre 1983 y 1989, cuando el dirigente gremial promovió una declaración de 13 paros generales.

Los economistas del Partido Radical, todos ex funcionarios del Gobierno que presidió Raúl Alfonsín, preparan también un documento en el que sugieren cambios importantes en el plan económico del Gobierno.

Alfonsín ha reiterado su decisión de abandonar la presidencia del principal partido de la oposición -"si creen que yo soy el obstáculo para que se logre el acuerdo político"- y ratificó su oposición al proyecto de clausurar el Congreso, que supuestamente analizó algún ministro para que el presidente gobernara por decreto.

Un diputado peronista, Jorge Yoma, admitió que existía "un documento en ese sentido, pero fue rechazado por disparatado". La mayoría de los dirigentes políticos no consideró seria la denuncia y los propios radicales trataron de amortiguar sus efectos.

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