Dilema para los políticos católicos en EE UU

El obispo de Brooklyn prohíbe al gobernador de Nueva York hablar en su diócesis por no oponerse al aborto

La decisión del nuevo obispo de Brooklyn, Thomas Dailey, de prohibir hablar en las 220 parroquias de su diócesis al gobernador de Nueva York, Mario Cuomo, ha vuelto a poner de relieve el enfrentamiento entre la jerarquía católica de EE UU y los políticos de la misma confesión por el tema del aborto. En este asunto subyace un tema constitucional de primera magnitud: ¿qué es más importante para los políticos, su conciencia religiosa o su acatamiento a la Constitución?

Cuomo, un católico practicante y una de las esperanzas del Partido Demócrata para las próximas elecciones presidenciales, ...

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La decisión del nuevo obispo de Brooklyn, Thomas Dailey, de prohibir hablar en las 220 parroquias de su diócesis al gobernador de Nueva York, Mario Cuomo, ha vuelto a poner de relieve el enfrentamiento entre la jerarquía católica de EE UU y los políticos de la misma confesión por el tema del aborto. En este asunto subyace un tema constitucional de primera magnitud: ¿qué es más importante para los políticos, su conciencia religiosa o su acatamiento a la Constitución?

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Cuomo, un católico practicante y una de las esperanzas del Partido Demócrata para las próximas elecciones presidenciales, ha mantenido desde hace años una postura con relación al aborto que la jerarquía católica considera inaceptable.El enfrentamiento de Cuomo con la jerarquía viene de atrás. En 1984, el gobernador tuvo un choque con el cardenal arzobispo de Nueva York, John O'Connor, quien públicamente denunció a los políticos que, como Cuomo, se declaran personalmente opuestos al aborto, pero luego no hacen nada para intentar derogar la legislación proabortista.

El gobernador evitó la polémica y contestó, en la universidad de Notre Dame, uno de los bastiones de la educación católica en Estados Unidos, con una declaración filosófica en la que argumentaba que los católicos debían expresar sus convicciones religiosas con su ejemplo y no con la aprobación de leyes.

Ir al infierno

O'Connor no se dio por satisfecho y, después de sugerir a los católicos de su archidiócesis que no votaran a los políticos que apoyan explícitamente el derecho de una mujer a interrumpir su embarazo, prohibió a Cuerno que hablara en las parroquias bajo su jurisdicción, que se extiende por Manhattan, Staten Island y el Bronx. Para Cuomo, la prohibición es especialmente dolorosa, ya que fue en Brooklyn precisamente donde nació, se casó y crió a sus hijos.Hace un mes, la jerarquía volvió a la carga con una declaración de uno de los obispos auxiliares del cardenal O'Connor, Austin Vaughan, quien, en una homilía, declaró que el gobernador Cuomo, con su actuación, o más bien por su falta de actuación al no oponerse a las leyes proabortistas del Estado, "corría el peligro de ir al infierno". Vaughan no es un obispo auxiliar cualquiera. Su nombre se hizo famoso hace unas semanas al ser condenado a 10 días de cárcel, sentencia que cumplió a rajatabla, por alteración del orden público. La alteración se produjo cuando el obispo participaba en una de las múltiples manifestaciones antiabortistas que los partidiarios del movimiento Pro-Vida organizan en todo el país, frente a las clínicas que practican abortos, todos los fines de semana.

Para coronar los enfrentamientos, Thomas Dailey, el nuevo obispo de Brooklyn, diócesis autónoma que no depende jerárquicamente del cardenal de Nueva York, debutó en su nuevo cargo con una advertencia de que no permitiría al gobernador del Estado hablar en ninguna de sus 220 parroquias.

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