EDUCACIÓN

Políticos, empresarios y artistas debaten sobre el estudio del latín y el griego en la enseñanza

En la ciudad de Siena se ha celebrado un debate casi surrealista tanto por el tema: ¿Tiene el futuro un corazón antiguo?, como por los personajes convocados: el presidente del Gobierno, el democristiano Giulio Andreotti; el presidente de Olivetti, Carlo de Benedetti; el ex secretario general del partido comunista Alessandro Natta; el actor de cine Giancarlo Abraglia; el cardenal de la curia Achile Silvestrini, y el cantautor Roberto Vecchioni. Todo ello organizado por el rector de la Universidad de Siena, Luigi Berlinguer, hermano del difunto Enrico Berlinguer, que fue secretario genera...

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En la ciudad de Siena se ha celebrado un debate casi surrealista tanto por el tema: ¿Tiene el futuro un corazón antiguo?, como por los personajes convocados: el presidente del Gobierno, el democristiano Giulio Andreotti; el presidente de Olivetti, Carlo de Benedetti; el ex secretario general del partido comunista Alessandro Natta; el actor de cine Giancarlo Abraglia; el cardenal de la curia Achile Silvestrini, y el cantautor Roberto Vecchioni. Todo ello organizado por el rector de la Universidad de Siena, Luigi Berlinguer, hermano del difunto Enrico Berlinguer, que fue secretario general del PCI.Curioso también el lugar donde políticos, empresarios, artistas, chaquetas y sotanas, creyentes y ateos celebraron el debate: la iglesia antigua de la Santissima Annunziata, que se asoma a la plaza de la Catedral.

Y por fin, curioso el momento en que se celebraba la discusión sobre la importancia o no de volver a introducir el latín y el griego y los estudios humanitarios en la escuela obligatoria, ya que aquella mañana del día 16, mientras el mundo estaba pendiente de la bolsa de Nueva York y de las repercusiones del bajón de Wall Street en las finanzas internacionales, en aquella iglesia estaban presentes tanto el presidente del Gobierno, Andreotti, como el gran empresario De Benedetti, a quien a través del altar le iban pasando los télex con las cifras de las diversas bolsas del mundo.

Y sin embargo un mundo tan heterogéneo no llegó ni a acalorarse, porque todos estuvieron de acuerdo, democristianos y comunistas, creyentes y no creyentes, en que en un mundo que se está "haciendo tecnología", es cada vez más indispensable recurrir al "corazón antiguo de los estudios humanísticos" para que "no se sequen los espíritus".

De Benedetti afirmó que si es verdad que en la escuela italiana y europea en general hay poca tecnología, en la americana existe demasiado poca "cultura humanística". Se sugirió durante el debate que la escuela obligatoria se prolongue hasta los 16 años, que el latín, abolido de dicha escuela hace 30 años, vuelva a ser obligatorio, lo mismo que el griego, aunque hubo quien puso en guardia contra la degradación que empieza a sentirse en la misma lengua italiana.

Y mientras las bolsas del mundo bailaban, De Benedetti tuvo que responder a la provocación muy sentida últimamente en este país sobre la "ética de las ganancias fáciles". El hombre de Olivetti, acusado de haberse acercado a la nueva corriente comunista de Achille Occhetto, respondió: "La sociedad no hubiese progresado sin la acumulación de riqueza. Pero las ganancias son un instrumento y no deben nunca convertirse en objetivo".

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