La ejecutiva violada por una banda en un parque de Nueva York recupera movilidad

La mujer que fue atacada y violada salvajemente en abril último por una banda de adolescentes en Central Park mientras hacía jogging (ver EL PAÍS, 28 de abril) ha vuelto a correr por los alrededores del centro de rehabilitación donde sigue tratamiento, según declaró el sábado uno de los médicos que la atienden.

Los facultativos creen que podrá de nuevo ser autónoma y trabajar normalmente. La mujer se recupera de la grave agresión sufrida en un centro de rehabilitación situado en Wallingliórd (Connecticut), al noreste de Nueva York.

La víctima, una mujer católica de 28 ...

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La mujer que fue atacada y violada salvajemente en abril último por una banda de adolescentes en Central Park mientras hacía jogging (ver EL PAÍS, 28 de abril) ha vuelto a correr por los alrededores del centro de rehabilitación donde sigue tratamiento, según declaró el sábado uno de los médicos que la atienden.

Los facultativos creen que podrá de nuevo ser autónoma y trabajar normalmente. La mujer se recupera de la grave agresión sufrida en un centro de rehabilitación situado en Wallingliórd (Connecticut), al noreste de Nueva York.

La víctima, una mujer católica de 28 años, graduada en Yale, bailarina de ballet y muy atractiva, trabajaba como ejecutiva en una firma de inversiones y solía hacer jogging a primeras horas de la noche, como suelen hacer muchos profesionales norteamericanos que hacen de la forma física casi una religión. A las diez de la noche del 19 de abril fue alcanzada por una banda de ocho adolescentes de color practicantes del wilding, una forma de violencia salvaje realizada en grupos para escapar del aburrimiento. La mujer trató de huir, pero un golpe de tubería la derribó. La ataron y desnudaron y fue violada por al menos cuatro de los agresores, quienes la dejaron por muerta entre los árboles. Fue hallada en la madrugada casi desangrada e inconsciente, con doble fractura de cráneo Y varios huesos rotos. La policía detuvo a ocho sospechosos. Todos menos uno confesaron. "Era algo que había que hacer. Fue divertido", declaró por escrito Yusef Salam, de 15 años.

El hecho de que la víctima fuera blanca y sus agresores negros e hispanos contribuyó a que el suceso apasionara y provocara una viva polémica racial en Estados Unidos.

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