Editorial:

Camboya, hacia la paz

LA PRESENCIA de los responsables de la política exterior de EE UU y de la URSS, James Baker y Edvard Shevardnadze, respectivamente, en la conferencia sobre Camboya que ha iniciado sus trabajos en París refleja el rasgo fundamental del actual momento internacional: la distensión entre Washington y Moscú crea condiciones favorables para superar los conflictos armados que asolan diversas zonas del mundo. Después de los pasos pacificadores dados por las grandes potencias en Afganistán y Angola -si bien con escaso éxito hasta ahora en el primer caso-, Camboya entra en un proceso que, estimulado por...

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LA PRESENCIA de los responsables de la política exterior de EE UU y de la URSS, James Baker y Edvard Shevardnadze, respectivamente, en la conferencia sobre Camboya que ha iniciado sus trabajos en París refleja el rasgo fundamental del actual momento internacional: la distensión entre Washington y Moscú crea condiciones favorables para superar los conflictos armados que asolan diversas zonas del mundo. Después de los pasos pacificadores dados por las grandes potencias en Afganistán y Angola -si bien con escaso éxito hasta ahora en el primer caso-, Camboya entra en un proceso que, estimulado por la URSS y EE UU, puede poner término a 19 años de destrucción y guerras.Para que esta conferencia haya llegado a convocarse ha sido preciso que Vietnam, de acuerdo con la nueva orientación exterior de la URSS, haya renunciado a su proyecto expansionista, ruinoso para su maltrecha economía. En concreto, el Gobierno de Hanol ha anunciado que retirará totalmente sus tropas de Camboya antes del 27 del próximo mes de septiembre. Este compromiso está en la base del debate que se desarrolla en la Conferencia de París, en la que se ha llegado ya a un acuerdo sobre metodología de trabajo de las distintas comisiones de expertos que establecerán las modalidades concretas del proceso pacificador. Estas comisiones estudiarán, en particular, fórmulas de control de la retirada vietnamita, el establecimiento de garantías internacionales al proceso de paz, propuestas para la reconstrucción del país y el retorno de los refugiados. Todo ello en la perspectiva de evitar que la retirada vietnamita suponga el retorno a la guerra civil y de dar nacimiento a un nuevo Estado que asegure la paz, la democracia y la neutralidad de Camboya.

Las principales dificultades no se sitúan hoy en el ámbito internacional: prácticamente todos los países, empezando por la URSS y EE UU, e incluso China -que sostiene a los jemeres rojos-, desean un acuerdo viable. El problema más espinoso se plantea entre las distintas fuerzas internas de Camboya. La cuestión que se dilucida en París es si podrán ponerse de acuerdo los tres sectores de la resistencia antivietnamita (el nacionalista de Son Sann, el de los jemeres rojos de Khieu Samphan y el del príncipe Sihanuk, la figura clave que todos aceptan como futuro presidente) y el grupo de Hun Sen, que hoy ostenta el poder con el apoyo de Hanoi.

Un hecho prometedor es que los cuatro grupos han acordado constituir en la conferencia una sola delegación. Entre los problemas pendientes destaca por su gravedad el del papel de los jemeres rojos en el futuro Gobierno de coalición que tendrá que llevar a cabo la transición hasta la celebración de unas elecciones libres. Hoy los jemeres rojos -cuya conducta criminal durante sus años de gobierno, entre 1975 y 1978, no puede ser olvidada- son la fracción militarmente más poderosa de la resistencia. Y existe el peligro de que, una vez retirados los vietnamitas, puedan obtener, en función de esa preponderancia militar, una influencia excesiva en el proceso de transición. Los riesgos que, a la vista de la trágica experiencia anterior, derivarían de esa influencia han determinado una clara evolución en la política occidental y de los países de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), en el sentido de valorar el papel que puede desempeñar el actual Gobierno de Pnom Penh. Si bien su desaparición sería necesaria para que ocupe su puesto el nuevo Gobierno de unidad nacional, ello puede hacerse manteniendo estructuras que eviten un vacío de poder y ayuden a reducir al mínimo el papel de los jemeres rojos.

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Las próximas reuniones de París se dedicarán a calibrar los diversos aspectos de esa compleja operación política. De momento existe acuerdo sobre la presencia de Laos y Malasia al frente del comité de garantías internacionales, aspecto que ha sido decisivo en las negociaciones previas. Un punto a estudiar de aquí a finales de agosto, cuando volverá a convocarse la conferencia, es el de la posible presencia de fuerzas internacionales patrocinadas por la ONU para garantizar tanto la retirada vietnamita como el resto de los compromisos que vayan alcanzándose.

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